lunes, 10 de noviembre de 2014

Impunidad por Camilo Buendía

Noviembre de 2014
Aquellos ciudadanos y ciudadanas que no pudieran ver la noche del pasado domingo 2 de noviembre el programa SALVADOS que emitió la cadena de televisión La Sexta, dirigido por el conocido periodista Jordi Evolé, evitaron la profunda irritación en la que hubieran caído por lo que transmitía de impunidad todo aquello que relataba, a la vez que se perdieron una magnífica exposición de qué hay en esta nueva sociedad y en estos nuevos tiempos que no se debiera permitir y, además, se conoce.
El periodista, con personas muy cualificadas, trató los fraudes en la formación en España por un lado y la evasión de capitales y su refugio en “paraísos fiscales” por otro, así como el correspondiente “lavado” o “blanqueo” de esas opacas fortunas, cuando procede la ocultación de su origen porque fueren, con mucha probabilidad, de origen delictivo (drogas, prostitución, robos, etc.).
Respecto al sistema de la Formación Ocupacional en España no salimos nada bien parados al constatar un sistema masivo de Formación, con decenas de miles de Centros que imparten centenares de miles de acciones formativas entre millones de desempleados participantes. Sonrojan las consecuencias que esas acciones formativas han tenido en la inserción mediante el empleo  de esos desempleados: una provocativa ausencia de eficiencia a pesar de los varios millares de millones de euros gastados en ese servicio. Lógicamente la relación del propio sistema con lo que exige el mercado y/o necesitan las empresas brilla por su ausencia, y sobre ello habría que reflexionar.
Sí dejó ver sin embargo, la facilidad con la que se ha pervertido el sistema por la utilización de esos fondos para la financiación de fines ajenos a los objetivos que se pretenden, el enriquecimiento ilícito de personas que facturan servicios no prestados, la sustracción de parte de los sueldos de los docentes por parte de las entidades contratantes al abonarles estas lo previsto en la norma y tener estos, de inmediato, que retornar parte de su sueldo a la propia entidad si lógicamente no desean perder el trabajo, o bien, simplemente, constatar la desvergüenza con la que en algunos casos se han ofertado directamente esos puestos de docentes por debajo de las subvenciones públicas recibidas para su contratación y abono, como si de esclavos se trataran, porque siempre habrá dispuesta alguna persona que, también por necesidad, lo acepte en esas condiciones, o simplemente el falseamiento de los desempleados-alumnos participantes. Lógicamente, va unido todo ello a unas laxas y deficientes fiscalizaciones por los escasos medios para el control de tan ingentes recursos puestos por la propia administración.
En el otro apartado de temas, la evasión de capital mediante la creación de sociedades en paraísos fiscales con una simple llamada telefónica a un agente formador de compañías y 500 euros de gastos; la visita del correspondiente “corresponsal” del banco, o agente local delegado a tu propio domicilio, para recoger el dinero y hacerse cargo de los fondos mediante la entrega del necesario recibo que lo acredite; el posterior depósito en una entidad financiera de esos fondos por el corresponsal, en tu misma ciudad, con la previa apertura de una cuenta en cualquiera de los discretos servicios de “banca privada”, o “banca vip”, de nuestras impolutas entidades financieras, en la que ya no aparecerá para nada el originario presunto defraudador; el ingreso correspondiente y su inmediata transferencia a lo oculto (Suiza, Islas Caimán, Andorra...). Donde quieras.
Procedimientos legales que, obviamente, se utilizan para ilegalidades, y no se pregunta demasiado por aquello de la discreción y, por supuesto, del negocio.
Por tanto, también está la posibilidad en el servicio, si se quiere y se necesita, de constituir nuevas sociedades mercantiles en diferentes territorios de evasión o paraísos fiscales que se van haciendo una y otra vez, y cuantas veces se requiera, de la titularidad de las acciones de la sociedad anterior, hasta generar un entramado societario que consigue burlar y engañar al más fino de los sabuesos, pudiendo al final devolverte la disponibilidad de esos recursos pero, eso sí, limpios como una patena. Y también, si quieres, con testaferro incluido, que se ofertan simplemente por internet.
Lo que no sorprende de todo esto es el origen: la piratería inglesa, cuyos gobiernos de entonces permitían disfrutar en aquellos lejanos lugares a aquellos piratas de los bienes que sustraían mediante la fuerza a sus enemigos. Prácticamente, salvando las distancias, no ha cambiado nada de entonces a ahora ni en el contenido ni en el fin de estos actos lucrativos. Sí, simplemente las formas.
Lo que sí llama la atención, y molesta como simple ciudadano pagador de impuestos, son los principios legales que lo “facilitan” y lo sustentan: la prohibición de cualquier restricción a la libre circulación de capitales en los tratados de la Unión Europea entre países miembros y entre estos y terceros.
Las consecuencias de ese cóctel no son menos lógicas: con la liberalización absoluta y sin contrapesos, y los difíciles controles o cuasi imposibles de esos movimientos financieros, con esa  “decidida” desregulación por parte de los responsables políticos del propio sistema, y la existencia, lógicamente de esos lugares offshore, de esta industria de servicios offshore como eufemísticamente ahora se la denomina, no se ha hecho más que abrir y enseñar un camino a la impunidad.
Es de sentido común que la regulación y el control se imponen hacia esos movimientos y esos sujetos que, evidentemente, no son los de un trabajador con su nómina con dificultades para terminar el mes.
Por último, y no soy capaz de trasladarlo con total precisión, fue impresionante ver las caras de extrañeza, y de incapacidad para recordar, de esos daneses a los que preguntaron algún caso de corrupción en su país. ¡Y los había de todas las edades!.
Por lógica, nuestro reto para tener dentro de muchos años una reacción parecida ante una pregunta similar ha de ser la educación cívica, la educación en valores, la formación ética, la responsabilidad, el respeto a lo público, la implantación de la transparencia como modelo de comportamiento, etc, etc, etc…, y el tiempo…, porque ciertamente los genes de los daneses y de los españoles son iguales. 

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