Noviembre de 2014
Aquellos ciudadanos y ciudadanas que no pudieran ver
la noche del pasado domingo 2 de noviembre el programa SALVADOS que emitió la cadena de televisión La Sexta, dirigido por
el conocido periodista Jordi Evolé, evitaron la profunda irritación en la que
hubieran caído por lo que transmitía de impunidad todo aquello que relataba, a
la vez que se perdieron una magnífica exposición de qué hay en esta nueva
sociedad y en estos nuevos tiempos que no se debiera permitir y, además, se
conoce.
El periodista, con personas muy cualificadas, trató
los fraudes en la formación en España por un lado y la evasión de capitales y
su refugio en “paraísos fiscales” por otro, así como el correspondiente
“lavado” o “blanqueo” de esas opacas fortunas, cuando procede la ocultación de
su origen porque fueren, con mucha probabilidad, de origen delictivo (drogas,
prostitución, robos, etc.).
Respecto al sistema de la Formación Ocupacional en
España no salimos nada bien parados al constatar un sistema masivo de
Formación, con decenas de miles de Centros que imparten centenares de miles de
acciones formativas entre millones de desempleados participantes. Sonrojan las
consecuencias que esas acciones formativas han tenido en la inserción mediante
el empleo de esos desempleados: una
provocativa ausencia de eficiencia a pesar de los varios millares de millones
de euros gastados en ese servicio. Lógicamente la relación del propio sistema
con lo que exige el mercado y/o necesitan las empresas brilla por su ausencia,
y sobre ello habría que reflexionar.
Sí dejó ver sin embargo, la facilidad con la que se
ha pervertido el sistema por la utilización de esos fondos para la financiación
de fines ajenos a los objetivos que se pretenden, el enriquecimiento ilícito de
personas que facturan servicios no prestados, la sustracción de parte de los
sueldos de los docentes por parte de las entidades contratantes al abonarles
estas lo previsto en la norma y tener estos, de inmediato, que retornar parte
de su sueldo a la propia entidad si lógicamente no desean perder el trabajo, o
bien, simplemente, constatar la desvergüenza con la que en algunos casos se han
ofertado directamente esos puestos de docentes por debajo de las subvenciones
públicas recibidas para su contratación y abono, como si de esclavos se
trataran, porque siempre habrá dispuesta alguna persona que, también por
necesidad, lo acepte en esas condiciones, o simplemente el falseamiento de los
desempleados-alumnos participantes. Lógicamente, va unido todo ello a unas
laxas y deficientes fiscalizaciones por los escasos medios para el control de
tan ingentes recursos puestos por la propia administración.
En el otro apartado de temas, la evasión de capital
mediante la creación de sociedades en paraísos fiscales con una simple llamada
telefónica a un agente formador de compañías y 500 euros de gastos; la visita
del correspondiente “corresponsal” del banco, o agente local delegado a tu
propio domicilio, para recoger el dinero y hacerse cargo de los fondos mediante
la entrega del necesario recibo que lo acredite; el posterior depósito en una
entidad financiera de esos fondos por el corresponsal, en tu misma ciudad, con
la previa apertura de una cuenta en cualquiera de los discretos servicios de
“banca privada”, o “banca vip”, de nuestras impolutas entidades financieras, en
la que ya no aparecerá para nada el originario presunto defraudador; el ingreso
correspondiente y su inmediata transferencia a lo oculto (Suiza, Islas Caimán,
Andorra...). Donde quieras.
Procedimientos legales que, obviamente, se utilizan
para ilegalidades, y no se pregunta demasiado por aquello de la discreción y,
por supuesto, del negocio.
Por tanto, también está la posibilidad en el
servicio, si se quiere y se necesita, de constituir nuevas sociedades
mercantiles en diferentes territorios de evasión o paraísos fiscales que se van
haciendo una y otra vez, y cuantas veces se requiera, de la titularidad de las
acciones de la sociedad anterior, hasta generar un entramado societario que
consigue burlar y engañar al más fino de los sabuesos, pudiendo al final
devolverte la disponibilidad de esos recursos pero, eso sí, limpios como una
patena. Y también, si quieres, con testaferro incluido, que se ofertan
simplemente por internet.
Lo que no sorprende de todo esto es el origen: la
piratería inglesa, cuyos gobiernos de entonces permitían disfrutar en aquellos
lejanos lugares a aquellos piratas de los bienes que sustraían mediante la
fuerza a sus enemigos. Prácticamente, salvando las distancias, no ha cambiado
nada de entonces a ahora ni en el contenido ni en el fin de estos actos
lucrativos. Sí, simplemente las formas.
Lo que sí llama la atención, y molesta como simple
ciudadano pagador de impuestos, son los principios legales que lo “facilitan” y
lo sustentan: la prohibición de cualquier restricción a la libre circulación de
capitales en los tratados de la Unión Europea entre países miembros y entre
estos y terceros.
Las consecuencias de ese cóctel no son menos lógicas:
con la liberalización absoluta y sin contrapesos, y los difíciles controles o
cuasi imposibles de esos movimientos financieros, con esa “decidida” desregulación por parte de los
responsables políticos del propio sistema, y la existencia, lógicamente de esos
lugares offshore, de esta industria de servicios offshore como eufemísticamente
ahora se la denomina, no se ha hecho más que abrir y enseñar un camino a la
impunidad.
Es de sentido común que la regulación y el control se
imponen hacia esos movimientos y esos sujetos que, evidentemente, no son los de
un trabajador con su nómina con dificultades para terminar el mes.
Por último, y no soy capaz de trasladarlo con total
precisión, fue impresionante ver las caras de extrañeza, y de incapacidad para
recordar, de esos daneses a los que preguntaron algún caso de corrupción en su
país. ¡Y los había de todas las edades!.
Por lógica, nuestro reto para tener dentro de muchos
años una reacción parecida ante una pregunta similar ha de ser la educación
cívica, la educación en valores, la formación ética, la responsabilidad, el
respeto a lo público, la implantación de la transparencia como modelo de
comportamiento, etc, etc, etc…, y el tiempo…, porque ciertamente los genes de
los daneses y de los españoles son iguales.
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