viernes, 21 de noviembre de 2014

Exabruptos por Camilo Buendía

Noviembre de 20140- Considero, en la política que deseo, que son tan importantes las ideas y las propuestas, formuladas por personas honestas que aspiran a gobernar los intereses generales y a representar a los ciudadanos y ciudadanas por estimar que son las mejores para nuestra sociedad y nuestro momento histórico, como las formas, pues estas son esenciales para el entendimiento y la posibilidad de diálogo en la diferencia que es, a mi entender, uno de los principales objetivos de la política democrática.
Las exabruptas manifestaciones del nuevo líder de PODEMOS en referencia a abrir el candado del “régimen” del 78, aun respetando la opinión que pueda merecerle ese período de nuestra historia, se me antojan ofensivas para quienes hemos vivido desde entonces el mayor período de paz, libertad, convivencia y progreso de la historia de España, sin dejar de reconocer sus imperfecciones o asignaturas pendientes, algunas de ellas en evidencia en este momento de crisis del sistema, pero, en absoluto, a mi parecer, podemos menospreciar, 35 años después, el trabajo y la tarea que muchos, y entre ellos millones de españoles que así refrendamos aquellas reformas democráticas, hicieron por el bienestar de las generaciones posteriores.
En momentos de confusión, desencanto e indignación como el que vivimos, manifestaciones como esas podrán encontrar los efectos electorales que busca esa nueva formación política y  quien las hace, su líder, pero no es, a mi entender, la mejor forma de construir un nuevo futuro a los jóvenes ciudadanos de hoy ni a los que, no tan jóvenes, aun criticando también, pero desde el respeto histórico dicho período, lo hemos vivido y disfrutado.
Siempre me han irritado y preocupado, e incluso atemorizado, los salvapatrias que, además, pretenden reescribir la historia. El revisionismo histórico de la dictadura respecto a los valores de la república fue tan dañino como el pretendido revisionismo planteado en esa enigmática e inexplicada referencia a los pactos de la transición, imperfectos como todo lo humano y por tanto mejorables, máxime con la perspectiva de hoy, pero no por ello erróneos o fallidos en sus resultados ni mucho menos despreciables.
Y la historia que yo conozco y a la que me refiero es la historia de una guerra civil, la más cruel de las guerras si se me permite, por aquello de luchar y tratar de vencer, incluso matando a familiares y amigos, de una nación dividida en dos como consecuencia de un levantamiento militar contra un poder establecido legalmente y que, tras su victoria, perduró 40 años y reescribió muchos capítulos de esa historia, hasta el punto de hacerla “verdad”, tras la infalible táctica de repetirla una y otra vez y de transmitirla a las generaciones que la vivieron, convenientemente desarrollada y edulcorada a su favor en el sistema educativo de entonces. La historia es la de un pueblo que no tuvo libertades y que pasó múltiples necesidades y hambre. La historia es la de millones de personas, que tras sobrevivir a esas dificultades, ocultando en muchos casos su forma de pensar para no ser perseguidos por la tiranía del pensamiento único franquista, deseaban que sus hijos no tuvieran que pasar por lo que ellos habían pasado, y trabajaban a destajo para intentar conseguirlo satisfaciendo las necesidades de esas sus descendencias. La historia es la de personas atormentadas por ese sufrimiento, que a la vez mantenían en ocasiones la contradicción de haber conocido  en sus propias carnes, o en primera persona en otros, o por oídas o comentarios, los desmanes, purgas, torturas y asesinatos del régimen dictatorial, y lo mantenían con su esfuerzo y trabajo, en la mayoría de esos casos desde el anonimato, sin complicidad y colaboracionismo hacia el mismo. La historia es la de muchos ciudadanos de bien que tuvieron que convivir, pacientemente y desde todos los estamentos sociales, con los vencedores que se apropiaron de todo el país. La historia era la del no futuro y la desesperanza, ante la lentitud del paso de los años, para poder superar esas amargas vivencias, teniendo que vivirlas en ocasiones con impotencia por no poder hacer nada, el trauma de no haberlo hecho anteriormente o la insatisfacción y el dolor de querer olvidarlo todo, pero sin renunciar, poco a poco y muchos más día a día, a un futuro en libertad, en paz y convivencia para el bienestar de sus hijos y el desarrollo democrático de su país.
¿Se pueden no reconocer esas dolorosas realidades y esos deseos de superación que tuvieron que vivir muchos de aquellos compatriotas nuestros para salir de una España gris que les impusieron vivir?.Con esa historia a sus espaldas, ¿se puede reprochar algo a esos millones de personas que vieron en la transición esa oportunidad y pusieron todo su empeño en tomar ese camino?
Para mí, hacerlo, es ningunearlos como personas casi cuarenta años después de convivencia democrática gracias a ellos. Para mí, hacerlo, es no reconocer la historia y ese momento histórico porque tenemos, hoy, una perspectiva muy diferente de aquel entonces porque vivimos una realidad que, gracias a ellos también, no tiene parecido alguno con la que ellos vivieron. Para mí, hacerlo, es ajustarles de nuevo las cuentas de la historia por lo que, hoy, pudiéramos considerar incapacidad o cobardía de entonces o, sencillamente, ajustárselas por su forma de pensar y de sentir en aquel momento de sus historias.
Es evidente que quedaron muchos problemas por resolver con los acuerdos de la transición, y es notorio que quedaron muchas asignaturas pendientes por decisiones adoptadas entonces, que hoy intentamos abordar, porque primó el sentimiento por salir de aquel añejo régimen; es lógico que, con sus vivencias, lo que buscaran esperanzadamente entonces fuera la libertad, la tan escasa para ellos y añorada libertad, y es injusto querer culpar de aquella decisión a todos los males y defectos de las instituciones  en nuestros días, de nuestra sociedad en general y de la práctica política en particular, incluso tildando lo surgido de entonces, con sus aciertos y sus errores repito, pero desde la voluntad mayoritaria y democrática, de régimen.
Posiblemente, sin decisiones como aquellas ni el propio Pablo Iglesias, Turrión, no Possé, sería un chico tan listo y tan estudiado hoy, pero aquellas decisiones lo que no pueden es quitarle la descortesía y la insolencia a sus exabruptos, aunque sí permitírselos tener.
Mejorar nuestro deteriorado momento social también ha de suponer un esfuerzo por entender nuestra historia para mejorar nuestro presente y poner nuevas estructuras para nuestro futuro pero nunca ajustándole las cuentas a esa misma historia nuestra. 

jueves, 20 de noviembre de 2014

Legalidad y Justicia por Camilo Buendía

Noviembre de 2014.-Tras una tumultuosa semana por las masivas detenciones de la denominada Operación Púnica y los nuevos pasos judiciales de la trama Gurtel, cuyas consecuencias aún están por ver en toda su dimensión, los ciudadanos y ciudadanas parecen estar cada vez más alejados de la política actual tal cual la entendemos. Quizás, para mayor concreción, estén alejados de los grandes partidos que han ejercido el poder desde la recuperación democrática y han gestionado nuestra democracia desde sus inicios, y no tanto de la cosa pública ni de la política. La desafección hacia el sistema y los grandes partidos es muy preocupante como para no tomarla en serio, mirar para otro lado, o seguir actuando de la misma forma y manera a como tradicionalmente, hasta no hace mucho, se actuaba porque se entendía que así se podía actuar. Y por supuesto no me refiero a comportamientos ilegales o delictivos, sino a actitudes, por acción u omisión, de quiénes se tendrían que poner al frente de esta necesaria regeneración. Eso es lo que dicen las encuestas y los sondeos de última hora que conocemos y, también, lo que dice el sentido común y mucha gente en la calle. Y es que el cansancio nos invade y el desapego nos condiciona ante la ausencia de respuestas efectivas y claras por parte de aquellos en quienes, en muchos casos, aun querríamos poder confiar.
Son muchos los problemas que nos acucian y a los que hay que dar solución entre todos, pero son demasiados los casos que nos preceden que día tras otro alejan a la ciudadanía de la confianza en nuestro actual sistema de reglas y convivencia: Púnica, Pokémon, Campeón, Bravo, Pujol, Palau-Millet, Fabra, Tótem, EREs, Formación, Seseña, Bárcenas, Gürtel, Tarjetas B, Nóos, Malaya, Pacheco, Sandokán…casos, operaciones, tramas… llamémoslo como queramos y, por supuesto, no todos son iguales ni tienen la misma pretensión enriquecedora, pero todos forman parte de un cúmulo de irregularidades e ilegalidades para los que hemos de exigir legalidad y justicia. Redes empresariales corruptoras y políticos que se dejan corromper o políticos que, a sabiendas o por ignorancia inexcusable, delinquen a las obligaciones y deberes de su cargo. El daño político es el mismo aunque las consecuencias penales sean diferentes y graduables en cada uno de ellos, pero en todos las hay y, por tanto, a todos ellos legalidad y justicia. Todas están en ese pantanoso terreno del ámbito público y los intereses privados, en ese repugnante terreno del irregular beneficio privado desde posiciones egoístas y lo más alejadas del interés general y público. Y eso, que nunca desaparecerá del todo, tiene que pasar a ser la excepción y no dejarnos la sensación de ser lo normal, lo habitual. La satisfacción de que la legalidad funciona cuando estas situaciones están en las portadas de los periódicos y en los medios de comunicación no es suficiente y no siempre consuela, aunque bienvenida sea, pero mejor sería que no existieran o que se pusieran los medios para impedirlas, detectarlas con mayor antelación y, posteriormente, juzgarlas con rigor y sin excepciones y que se imparta justicia.
Y considero que es ahí donde no se está acertando o no se tiene voluntad de entrar. Que el partido en el gobierno diga que sobre corrupción ha hecho todo lo que podía hacer es irrisorio y cínico. Que el partido de la oposición diga que son un ejemplo de transparencia por colgar en la red sus cuentas, es ingenuo y tardío. No son esas respuestas las que esperamos los electores, los ciudadanos de a pié, los sostenedores del sistema en todos sus aspectos.
Se hace necesaria una profunda revisión de nuestras estructuras de Estado y nuestras normas de convivencia desde una visión y una actitud política que respondan a los retos y demandas sociales actuales de forma novedosa y comprometida.
¿Conocer los ingresos y bienes de las organizaciones políticas y de nuestros responsables públicos?, sí, por supuesto, además de que se prohíban las donaciones de empresas o personas físicas relacionadas con subvenciones públicas o contratos públicos, se prohíba la condonación de créditos a las organizaciones políticas, se tipifique de una vez por todas el delito de financiación ilegal de los partidos, se despolitice el tribunal de cuentas, se sometan a auditorías internas y externas las organizaciones sostenidas con fondos públicos con periodicidad, se modifique el sistema electoral para hacer más comprometido el voto individual, se limiten los mandatos a cualquier nivel de la administración,  se revise el sistema de elección del Consejo General del Poder Judicial, se reduzcan los aforamientos, se inhabiliten para el ejercicio de responsabilidades públicas a todos aquellos condenados por corrupción, se impida  la presencia en las listas electorales de imputados por corrupción, etc, etc, etc... y menos indultos o sucedáneos de este, y nunca a delitos por corrupción, por ejemplo.
Voluntad política, compromiso ideológico y social, ética individual y colectiva y valores sociales y universales para la revisión de la L.O. del Poder Judicial, L.O. de los Partidos Políticos, L.O. de Régimen Electoral, L.O. del Código Penal, etc, etc, etc.
Respeto a la legalidad sí, pero para ser cada vez más justos. No siempre la legalidad es sinónimo a justicia y, para ello, un simple ejemplo: “sólo se ha aplicado la legalidad”, dicen los voceros del gobierno ante el nuevo régimen penitenciario de semilibertad que se aplicará a Jaume Matas al concederle Instituciones Penitenciarias (o sea el Gobierno) el 3er. grado tras una condena por tráfico de influencias y estando aún pendiente de varias imputaciones en otros casos abiertos contra el expresidente balear y ello, a pesar del informe en contra de la propia prisión. La base legal el art. 31.1 del Reglamento Penitenciario: “tiene la competencia exclusiva para decidir, con carácter ordinario o extraordinario, la clasificación y destino de los reclusos en los distintos establecimientos penitenciarios, sin perjuicio de las atribuciones de los Jueces de Vigilancia en materia de clasificación por vía de recurso”. Los motivos argüidos: el tiempo cumplido en relación con el tiempo de la condena, el tiempo de la condena de sólo nueve meses, la buena conducta, la posibilidad de actividad laboral en el exterior, etc. Todos ellos dentro de la legalidad, pero ¿justos?. Esa misma legalidad que lo prevé también lo condiciona a un “podrá”, y es ahí donde no dice la verdad el Gobierno pues si “puede”, también “puede no”. El optar por la decisión tomada no contribuye a recomponer la confianza ciudadana y sí a considerarla como arbitraria y encubierta del indulto que no se le concedió cuando tras la condena lo solicitó, por lo que pierde la potencialidad de ser “justa” y, en fin, para seis escasos meses que le quedaban ¿por qué impedir su cumplimiento a costa de generar de nuevo desconfianza social?.

En situaciones de excepcionalidad de esos delitos en el sistema bien “podría” ser justa la decisión tomada con la pretendida voluntad de reinserción, pero en la sensación de convivencia generalizada con corruptelas que estamos viviendo resulta contraproducente para la  regeneración del propio sistema.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Impunidad por Camilo Buendía

Noviembre de 2014
Aquellos ciudadanos y ciudadanas que no pudieran ver la noche del pasado domingo 2 de noviembre el programa SALVADOS que emitió la cadena de televisión La Sexta, dirigido por el conocido periodista Jordi Evolé, evitaron la profunda irritación en la que hubieran caído por lo que transmitía de impunidad todo aquello que relataba, a la vez que se perdieron una magnífica exposición de qué hay en esta nueva sociedad y en estos nuevos tiempos que no se debiera permitir y, además, se conoce.
El periodista, con personas muy cualificadas, trató los fraudes en la formación en España por un lado y la evasión de capitales y su refugio en “paraísos fiscales” por otro, así como el correspondiente “lavado” o “blanqueo” de esas opacas fortunas, cuando procede la ocultación de su origen porque fueren, con mucha probabilidad, de origen delictivo (drogas, prostitución, robos, etc.).
Respecto al sistema de la Formación Ocupacional en España no salimos nada bien parados al constatar un sistema masivo de Formación, con decenas de miles de Centros que imparten centenares de miles de acciones formativas entre millones de desempleados participantes. Sonrojan las consecuencias que esas acciones formativas han tenido en la inserción mediante el empleo  de esos desempleados: una provocativa ausencia de eficiencia a pesar de los varios millares de millones de euros gastados en ese servicio. Lógicamente la relación del propio sistema con lo que exige el mercado y/o necesitan las empresas brilla por su ausencia, y sobre ello habría que reflexionar.
Sí dejó ver sin embargo, la facilidad con la que se ha pervertido el sistema por la utilización de esos fondos para la financiación de fines ajenos a los objetivos que se pretenden, el enriquecimiento ilícito de personas que facturan servicios no prestados, la sustracción de parte de los sueldos de los docentes por parte de las entidades contratantes al abonarles estas lo previsto en la norma y tener estos, de inmediato, que retornar parte de su sueldo a la propia entidad si lógicamente no desean perder el trabajo, o bien, simplemente, constatar la desvergüenza con la que en algunos casos se han ofertado directamente esos puestos de docentes por debajo de las subvenciones públicas recibidas para su contratación y abono, como si de esclavos se trataran, porque siempre habrá dispuesta alguna persona que, también por necesidad, lo acepte en esas condiciones, o simplemente el falseamiento de los desempleados-alumnos participantes. Lógicamente, va unido todo ello a unas laxas y deficientes fiscalizaciones por los escasos medios para el control de tan ingentes recursos puestos por la propia administración.
En el otro apartado de temas, la evasión de capital mediante la creación de sociedades en paraísos fiscales con una simple llamada telefónica a un agente formador de compañías y 500 euros de gastos; la visita del correspondiente “corresponsal” del banco, o agente local delegado a tu propio domicilio, para recoger el dinero y hacerse cargo de los fondos mediante la entrega del necesario recibo que lo acredite; el posterior depósito en una entidad financiera de esos fondos por el corresponsal, en tu misma ciudad, con la previa apertura de una cuenta en cualquiera de los discretos servicios de “banca privada”, o “banca vip”, de nuestras impolutas entidades financieras, en la que ya no aparecerá para nada el originario presunto defraudador; el ingreso correspondiente y su inmediata transferencia a lo oculto (Suiza, Islas Caimán, Andorra...). Donde quieras.
Procedimientos legales que, obviamente, se utilizan para ilegalidades, y no se pregunta demasiado por aquello de la discreción y, por supuesto, del negocio.
Por tanto, también está la posibilidad en el servicio, si se quiere y se necesita, de constituir nuevas sociedades mercantiles en diferentes territorios de evasión o paraísos fiscales que se van haciendo una y otra vez, y cuantas veces se requiera, de la titularidad de las acciones de la sociedad anterior, hasta generar un entramado societario que consigue burlar y engañar al más fino de los sabuesos, pudiendo al final devolverte la disponibilidad de esos recursos pero, eso sí, limpios como una patena. Y también, si quieres, con testaferro incluido, que se ofertan simplemente por internet.
Lo que no sorprende de todo esto es el origen: la piratería inglesa, cuyos gobiernos de entonces permitían disfrutar en aquellos lejanos lugares a aquellos piratas de los bienes que sustraían mediante la fuerza a sus enemigos. Prácticamente, salvando las distancias, no ha cambiado nada de entonces a ahora ni en el contenido ni en el fin de estos actos lucrativos. Sí, simplemente las formas.
Lo que sí llama la atención, y molesta como simple ciudadano pagador de impuestos, son los principios legales que lo “facilitan” y lo sustentan: la prohibición de cualquier restricción a la libre circulación de capitales en los tratados de la Unión Europea entre países miembros y entre estos y terceros.
Las consecuencias de ese cóctel no son menos lógicas: con la liberalización absoluta y sin contrapesos, y los difíciles controles o cuasi imposibles de esos movimientos financieros, con esa  “decidida” desregulación por parte de los responsables políticos del propio sistema, y la existencia, lógicamente de esos lugares offshore, de esta industria de servicios offshore como eufemísticamente ahora se la denomina, no se ha hecho más que abrir y enseñar un camino a la impunidad.
Es de sentido común que la regulación y el control se imponen hacia esos movimientos y esos sujetos que, evidentemente, no son los de un trabajador con su nómina con dificultades para terminar el mes.
Por último, y no soy capaz de trasladarlo con total precisión, fue impresionante ver las caras de extrañeza, y de incapacidad para recordar, de esos daneses a los que preguntaron algún caso de corrupción en su país. ¡Y los había de todas las edades!.
Por lógica, nuestro reto para tener dentro de muchos años una reacción parecida ante una pregunta similar ha de ser la educación cívica, la educación en valores, la formación ética, la responsabilidad, el respeto a lo público, la implantación de la transparencia como modelo de comportamiento, etc, etc, etc…, y el tiempo…, porque ciertamente los genes de los daneses y de los españoles son iguales. 

jueves, 30 de octubre de 2014

Mercado Político (y IV) Por Camilo Buendía

Octubre de 2014
Las próximas confrontaciones electorales están ya forzando a los partidos a definir sus posicionamientos y sus mensajes para terminar de conformar ese mercado político que se nos ofrecerá a los electores.
El escenario no es el mismo que en otras ocasiones. Ni tan siquiera parecido al de la última ocasión cuando ejercimos ese, hasta ahora, respetado derecho de celebrar, como se suele definir, esa fiesta de la democracia al votar en las pasadas elecciones europeas. Y no ha transcurrido desde entonces demasiado tiempo. El escenario ha ido empeorando progresiva y sustancialmente desde entonces porque la situación económica no ha mejorado para que lo podamos afirmar los ciudadanos de a pié a pesar de las optimistas declaraciones gubernamentales; el paro sigue en una situación alarmante y el empleo que se genera es precario y sin expectativas de futuro; los jóvenes parados se mantienen en unas cifras escalofriantes y, el futuro, ellos ya ni se lo plantean, sino que lo gestionan desde posicionamientos alternativos pero fuera ya del marco de convivencia que establecimos entre todos no hace tampoco tantos años; los partidos políticos que han conformado este período siguen a la gresca a ver quién tiene más casos de corrupción sin que las medidas que dicen tomar, que no se ven, o las que pretenden tomar, y aun discuten, convenzan ya a un electorado harto y frustrado, cuyo umbral de tolerancia al propio sistema ha superado con creces cualquier límite razonable que permita pensar en poder recuperar esos ingentes recursos humanos para trabajar en la solución de los problemas existentes a corto o medio plazo. Percibo e intuyo que, en algunos casos, ese anónimo elector ya ni está cabreado e indignado como no hacía mucho lo estaba, sino que sencillamente ha desconectado del sistema porque no cree absolutamente nada que pueda provenir de el y, por tanto, podríamos pensar que o bien espera paciente poder dar un golpe de mano y hacerlo desaparecer, tal cual lo conocemos, en las próximas confrontaciones electorales o, sencillamente, continuará pasando y quedará fuera de él aunque lo siga sufriendo, hasta no sabemos cuándo, porque pueda producirse entonces una reacción social masiva ante esta insostenible situación. En cualquier caso y momento que pueda producirse ese futurible, acepto con antelación que llevará razón y no le faltarán motivos ni argumentos para ello, tenga las consecuencias que tenga esa decisión colectiva, ayude o no a mejorar esta situación pues, aunque la responsabilidad del que elige es esa, y la tiene con su elección, el elegido es el que tiene que aportar las soluciones, pues para eso se le elige, y no es esa la constatación que estamos teniendo de muchos responsables electos de los últimos momentos políticos.
El sistema político, social, institucional y económico que hemos conocido desde la recuperación democrática en este país, ha quebrado definitivamente. Hace aguas en todos y cada uno de sus costados. Sus costuras ya no soportan tal desajuste en su funcionamiento ni la presión por las consecuencias que de ese funcionamiento se derivan, y cada vez se pueden oír más opiniones en el sentido de que no hay forma de poder repararlo sin cirugía, amputaciones o intervenciones agresivas. El hedor y la putrefacción lo han invadido todo.
Ante ese desolador escenario que es absurdo no reconocer y admitir para que sirva de acicate a las personas con principios y convicciones sociales, a las personas con principios éticos y convicción de servicio público,  a las personas que con compromiso, esfuerzo, transparencia, honestidad, integridad y respeto, estén dispuestas a luchar por un mundo mejor para las generaciones venideras desde la responsabilidad pública democrática, que siempre será necesaria y es en lo que verdaderamente creo, sigo en la convicción de que la salida habrá de ser una salida desde la Política, desde la ética política, sin menosprecios de terceros.
Los liderazgos necesarios para ello, e inexistentes a mi entender en este horizonte inmediato, habrán de surgir de entre los ciudadanos y ciudadanas con valores que los acrediten; desde las organizaciones políticas previamente desinfectadas y aireadas que tendrán que facilitar la llegada de los mejores y no de los más serviles ni de entre los más eficaces para mantenerse; desde la juventud o la experiencia, indistintamente por simple aprovechamiento de todo; desde el hombre o la mujer; desde una descentralización de los poderes partidarios y una transparente democratización de sus estructuras;  desde un sistema que facilite la elección a los electores de entre quienes consideren más capacitados entre los candidatos, con la certeza de que tendrán fecha de caducidad antes de acceder al puesto, con unos controles eficaces que permitan conocer el antes, el durante y el después de las decisiones y actitudes del responsable público en cuestión, del nivel que sea, con responsabilidades exigibles a cualquier nivel de forma rápida e idéntica a la de cualquier otro común ciudadano, con igualdad entre las personas en cualquier parte del territorio nacional y con cohesión en todo el territorio del estado por acuerdos de convivencia política que la faciliten.
Democracia, justicia e igualdad han de impregnar a las nuevas generaciones, con ejemplos, con modelos a seguir, con educación y formación en esos valores, con respeto a lo colectivo, a lo que es de todos y todas, y con capacidades para poder exigir los cumplimientos de unos principios éticos irrenunciables en aquel que no los esté cumpliendo.
¿Ilusorio e imposible?, No, real y posible y siempre perfeccionable y revisable en el tiempo de forma continua. Un camino a seguir, unos objetivos a alcanzar y una dación de cuentas permanente a quienes todos los responsables públicos se deben, a los ciudadanos y ciudadanas, al pueblo. Desarrollar esos nuevos mecanismos y eliminar aquellas estructuras que lo impidan es una de esas tareas.
Definir todo ello es tan necesario o más, en estos momentos, que nuevos hospitales, centros de salud, escuelas, carreteras o subvenciones. Todo eso podrá llegar y habrá de llegar pero ha de ser en una prelación posterior. Hay que revisar primero las estructuras de un sistema que se desploma porque los ciudadanos se alejan de él, y sin ciudadanos no puede haber nada.

Y el riesgo no será menor, tras las futuras elecciones, sean de los niveles que sean, y sean los resultados que fueren, y eso me preocupa profundamente teniendo esta situación de salida, si las decisiones políticas posteriores de los electos que accedan a esas responsabilidades, no responden a estas demandas sociales de regeneración, y vuelven a frustrar y a alejar aun más a los escasos ciudadanos que se acercaron a ese mercado político que se les ofertó. Si compramos en dicho mercado nuevas musiquillas, nuevas ofertas políticas que se nos trasladan antes de votar y que después no van a estar reflejadas en las posteriores gestiones o decisiones políticas, e incluso pueda ser al contrario y se pretenda justificar lo imposible, por los motivos que sea, de poder cumplir aquello que entonces se nos dijo, producirá una nueva sensación vomitiva de “dejá vu”. Si eso ocurre una vez más, esto ya no habrá quién lo pueda reconstruir, pues la Política se habrá quedado sola como una apestada, sin ciudadanos que la valoren, la crean, la compartan o se ilusionen con ella. Habrá muerto durante muchos años, y eso sí que ni se lo podemos, ni nos lo podemos permitir.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Contaminados. Por Camilo Buendía.

Octubre de 2014
Al PP en el Gobierno, en su afán por no querer reconocer sus responsabilidades políticas cuando las evidencias demuestran lo contrario, se le suelen atragantar determinados asuntos.
Ya le ocurrió con el Prestige o con la guerra de Irak, o con el propio caso Bárcenas u otra serie de asuntos descontrolados y de su exclusiva responsabilidad y, desde esta semana, también estará en esa lista de mala gestión la del contagio de ébola en Madrid de una enfermera del equipo médico que atendió a un español contagiado y repatriado.
La presencia de la ministra Mato, supongo que vestida de oscuro, en casi riguroso luto, para trasladar una imagen de sobriedad y tristeza, sin contestar absolutamente a nada aunque se le preguntara directamente en la rueda de prensa del pasado 6 de octubre, rodeada de sus altos cargos de sanidad y repartiendo ella el juego como si de un personal-training se tratara para que el esfuerzo lo hicieran otros, no es más que una imagen de desprecio a la transparencia y a las responsabilidades políticas y, si se quiere, a los propios ciudadanos y ciudadanas por la pretendida manipulación que del asunto los medios oficiales hacen.
Resulta que el Gobierno no dudó en repatriar al religioso Manuel García Viejo en una operación, da hoy día la impresión, sin mucho rigor y sobre todo sin seguir disciplinadamente los protocolos al respecto establecidos por la OMS, y, por tanto, más destinada parece a fortalecer una imagen de país, potente y con recursos, recuperado ya de esa crisis económica que atenazaba su potencial, que no deja a sus ciudadanos tirados en ningún lugar del mundo tengan el problema que tengan.
No trato ni mucho menos de criticar ahora la repatriación de un afectado español de ébola, dedicado a los demás con generosidad, merecedor de nuestro reconocimiento como profesional y como persona, por motivos solidarios y humanos como el Gobierno español explicó. Trato de exigir a los gobernantes, en este caso los que están, que las decisiones responsables y solidarias a tomar, surgidas de un Gobierno preocupado por todos sus ciudadanos y ciudadanas, y por supuesto por Manuel García Viejo también, se toman cuando se tienen las garantías máximas que exige esta situación sanitaria para impedir la propagación del ébola en defensa de esos mismos ciudadanos y del control de la enfermedad.
Las voces que entonces denunciaron que no teníamos capacidad ni medios suficientes para atender una situación así fueron silenciadas, y autosilenciadas, por la comprensión solidaria con la decisión de un Gobierno que sin dilación se aprestaba a atender a uno de los suyos.
Los hechos demuestran hoy que los expertos, profesionales y organizaciones sindicales que lo hicieron estaban en lo cierto, y que el esfuerzo no se estaba haciendo en el sentido que había que hacerlo.
¿Si no, cómo se puede explicar que la formación de los profesionales fuese nula o casi nula con un curso de no más de media hora para colocarse el traje de protección?. ¿Si no, cómo se explica que el propio traje no fuera de los que cumplen un nivel mayor de protección, nivel 4, como recomiendan los protocolos internacionales para este tipo de situaciones, y sí de nivel 2?. ¿Si no, cómo puede entenderse que quiénes atienden a un paciente contagiado de una enfermedad tan desconocida y a la vez tan alarmante, con posterioridad a ello sigan en sus turnos normales de trabajo atendiendo cualquier otra situación médica, en sus respectivos puestos, de las que diariamente se atienden en un hospital?. ¿Si no, cómo puede admitirse que no se establezca que esos profesionales expuestos, supuestamente bajo máximos controles, no sigan a pesar de ello, por simple protocolo, el período de control posterior de 21 días durante el que puede manifestarse la enfermedad en caso de contagio, y sí puedan marcharse tranquilamente de vacaciones, como pudo hacer por desinformación e inaplicación de ese mismo protocolo la enfermera actualmente afectada?. ¿Cómo puede ahora el Gobierno y la Sra. Mato despachar simplemente lo ocurrido con que ha podido ocurrir un fallo humano y expresar en una rueda de prensa su desconocimiento absoluto de qué ha podido ocurrir?, ¿se trata entonces de responsabilizar a los profesionales, y en este caso a la propia enfermera afectada, de no haber cumplido alguno de los protocolos, en relación consigo misma, por algún error humano?. Considero que si no hubiera celebrado la Sra. Mato esa rueda de prensa desinformadora, posiblemente hubiera ejercido igual de mal su responsabilidad pero no hubiera inquietado más a la población de lo que ya lo estaba.
Son muchas preguntas las que el Gobierno debe responder para asumir y ejercer su responsabilidad y tranquilizar a una población preocupada e incluso con miedo y garantizar su seguridad sanitaria, y la falta de transparencia y el caos informativo sobre el asunto protagonizado por la ministra y su equipo son reprobables e inaceptables.

Lo primero, lógicamente, garantizar los medios para la recuperación de la afectada, controlar los riesgos de la población con la que haya mantenido contacto y evitar una confusión mayor, dar todas las explicaciones que haya que dar y responder a todas las dudas socialmente ya instaladas, con transparencia, seriedad, rigor y en defensa del interés general y no de sí mismo como Gobierno. A la vez, analizar el papel internacional de nuestro país en esta crisis del ébola respondiendo con apoyo directo a los países afectados en coordinación con las instancias internacionales competentes para contener la propagación y ayudar in situ a la erradicación de la enfermedad. Sería esa una actitud responsable y solidaria y, aunque egoístamente interesada, más eficaz. Nuestra lejanía física del problema por estar en otro continente y nuestra tranquilidad por tener la piel blanca ni son suficientes ni nunca han sido hechos reales que aportaran solución a un problema mundial. Sin olvidar que no es el ébola la mayor causa de mortalidad en Africa, y sí con diferencia la desnutrición infantil, la malaria, el VIH o las continuas guerras locales con motivaciones y causas en muchos casos de intereses económicos occidentales, quizás hubiera sido preferible destinar los costosos recursos económicos de una repatriación a ese solidario fin de atajar in situ el problema, si no se tenía ni la capacidad para curar al sacerdote enfermo, dado lo avanzado de su proceso, ni las garantías suficientes y todos los medios adecuados para poderlo hacer con “prácticamente riesgo nulo” para el resto de la población y la de los propios sanitarios implicados, como manifestó la responsable gubernamental inicialmente. Entonces mintió y eso, y la gestión posterior una vez detectado el primer contagio de ébola en territorio europeo, merecen una también responsable decisión política, la dimisión de la ministra y de los responsables directos de todo el operativo por estar políticamente ya contaminados. Más bien yo diría fulminados políticamente por el ébola.

domingo, 12 de octubre de 2014

OTRAS EPIDEMIAS. Por Diego Corriente.

Cádiz, octubre de 2014
Este fin de semana nos han sorprendido con la confirmada contaminación por “ébola” de una enfermera en Madrid.  Al parecer, la que atendió al médico misionero recientemente fallecido. Y nos preguntamos, no hubiese sido más factible, a la vista de la incertidumbre sobre la curación de estos, el haber realizado los esfuerzos en el país de origen, y de paso, contribuir a crear una infraestructura sanitaria de la que carecen para combatir tal epidemia. Pues no, una vez más experimentamos con la sanidad pública, en unos momentos donde la falta de medios y calidad empieza a ser alarmante. Y ante tal cumulo de irresponsabilidad e incompetencia, la Ministra del “jaguar” no dimite, ni reconoce fallos en los procedimientos ni en las decisiones. Tales fallos, no sólo procuraran un perjuicio a la maltrecha salud financiera de nuestro sistema hospitalario, también en este caso habrá daños colaterales, como el turismo, las líneas aéreas, etc, si no al tiempo. Claro está, que sobre gestión de crisis tampoco el Presidente del Gobierno puede dar muchas lecciones, no olvidemos su participación en la del Prestige, y de su diagnostico sobre los “hilillos” (de petróleo) confundidos por toneladas de chapapote.
        Total, que con la incertidumbre sobre el crecimiento económico, el nulo compromiso sobre la creación de empleo, el problema catalán, que amenaza una de las mayores crisis institucionales desde el comienzo de la democracia, y la corrupción y doble moral, de algunos banqueros y políticos por la diestra y por la siniestra, los ciudadanos españoles parecen vivir una pesadilla. Pero no, lo que estamos viviendo es real, y probablemente de seguir los mismos en el poder la receta sea más de lo mismo. Pero sí miramos a nuestro alrededor,  la oposición o alternativa te deja algunas veces como se suele decir “con las patas colgando”, metáfora dramática pero cierta, unos con eso de bajar los presupuestos de defensa, en un momento de inestabilidad mundial, cuando los ejércitos de otros países se preparan para intervenir en operaciones humanitarias, o como en nuestro caso, atendiendo incendios y emergencias, cuestión esta que no remitirá, de seguir la senda del calentamiento del planeta, o la vigilancia de tanto litoral fronterizo, precisamente hoy con África o con el convulso Oriente Próximo. Otros, exploran como modelo  países latinoamericanos  y no precisamente ponen como ejemplo Chile o Argentina. O cuando otros, en nuestra Comunidad Autónoma apuestan por crear un banco público, sin preguntarse quién confiaría sus ahorros privados a un Banco vinculado a una Administración tan falta de recursos, donde se evidencia que muchos servicios financiados con nuestros impuestos, sufren los recortes y la ineficiencia. Después de tantas “preferentes” y otros fraudes financieros,  alguien cree posible que se pueda restablecer la confianza y el crédito, como para que los ciudadanos depositen el fruto de sus esfuerzos en una institución financiera recién creada, cuando todavía no está superada la epidemia que asoló Cajas y Bancos en nuestro País, esto sólo se puede decir que son ocurrencias, improvisaciones, salir del paso, pero hay quien vive de eso de ocurrencias, aunque estas las sufran los ciudadanos como una epidemia más.

viernes, 10 de octubre de 2014

“A New Deal for Europa” “Un Nuevo Pacto para Europa”. Por John Fitzgerald

Cádiz, octubre de 2014
“Por  ello es más necesario que nunca, que surja  una única y  potente voz de los países del arco del mediterráneo europeo, unidos en la defensa de los intereses  de sus ciudadanos y  sus señas de identidad culturales y sociales , una voz que resuene con fuerza en los muros de las instituciones europeas para dejar de ser sujetos pasivos de una Europa sin alma y  muy alejada de lo que proponían los viejos líderes  europeos, para superar su dilatada y trágica historia a causa de las dos grandes guerras desarrolladas en su seno”.
Desde luego ,el análisis histórico de acontecimientos  vividos  y  salvando las distancias lógicas de tiempos y magnitud de los problemas , debería servir para que la política y  los  políticos que la ejecutan ,tomaran nota y asumieran desde la humildad del que nada sabe, que se puede y se debe aprender de los hechos que nos han precedido en el tiempo.
La profunda crisis económica  que ha removido y sigue removiendo el estatus social de millones de europeos hacia el empobrecimiento y la exclusión social, sigue instalada en una parte importante del sur de Europa, y  si nada ni nadie lo impide se extenderá como una gran mancha de aceite a todos los rincones de la cuenca mediterránea.
Esta situación  se agravará en los próximos  años si no se adoptan soluciones distintas a las que se han tomado en los últimos años  que solo satisfacen el interés del establishment de unos pocos países  y de potentes grupos financieros que han visto en  la crisis  una oportunidad para incrementar sus legales pero no menos inmorales ganancias, aplicando intereses de usura a  diestro y siniestro con la connivencia o cuando menos el beneplácito de la peor generación de gobernantes políticos europeos de la historia, con algunas honrosas pero escasas excepciones.
Necesitamos urgentemente políticos de talla histórica como el 32 presidente de los EEUU Franklin  Delano Roosevelt, que supo dar respuesta a la situación de un país arruinado desde el crack del 29 que caminaba hacia un empobrecimiento brutal de la extensa clase media norteamericana que se hundía irremediablemente en la miseria ante la desesperación de la población.
 “Nuestra más ardua tarea, la primera, es hacer que el pueblo vuelva al trabajo. No es un problema insoluble si nos enfrentamos a él con prudencia y valentía. Puede realizarse, en parte, mediante la contratación directa por parte del gobierno, actuando como en un caso de guerra pero, al mismo tiempo llevando a cabo los trabajos más necesarios, a partir de estas personas contratadas, para estimular y reorganizar la utilización de nuestros recursos naturales.”
Estas acertadas  palabras, fueron enunciadas por Roosevelt en el discurso de su toma de posesión de la presidencia en 1933, que inmediatamente se volcó en una frenética actividad legislativa en los 100 primeros días de su gobierno, y puso en práctica un conjunto de medidas que conformaban el New Deal de Roosevelt que abarcaban  medidas de ayuda a los ciudadanos, de recuperación económica y de reformas legislativas y administrativas.
Medidas que tuvieron una gran importancia en el campo económico estableciendo profundas reformas en el sistema financiero, la industria, la agricultura, y las infraestructuras y en el campo social aprobando la Ley del Seguro Social que se tradujo en la creación del primer sistema federal de seguro de desempleo y de pensiones  y un sistema de beneficios sociales para niños y personas enfermas, o la National Labor Relations Act  que introduce el establecimiento del salario mínimo y jornada horaria máxima ; medidas destinadas a corregir las desigualdades más flagrantes del capitalismo que habían hecho de EEUU una selva social en el primer tercio del siglo XX.
Roosevelt , con la propuesta de un nuevo trato o pacto a la sociedad americana, tuvo la enorme virtud de hacerlo en un momento de una crisis letal que paralizaba el emprendimiento y producía el empobrecimiento económico, social y espiritual de la gran nación americana; las numerosas propuestas  y acciones recogidas en los programas del New Deal,  tuvieron la virtud de darles la esperanza a  millones de agricultores empobrecidos, clases medias profesionales liberales, asalariados industriales y obreros sin cualificar que engrosaban día a día las listas del desempleo sin ningún tipo de atención por el estado que para sobrevivir se trasladaban a los alrededores de las grandes ciudades para conformar  las llamadas Hoovervilles  (conjunto de  casas de hojalata).(Hoover fue el anterior presidente republicano a Roosevelt ).
 Aunque las medidas tomadas  por Roosevelt levantaron ampollas en la parte más conservadora de la  sociedad  americana, principalmente por el carácter intervencionista  en la economía,  y por  producir un déficit presupuestario medio del 3 %   para sufragar los numerosos programas del New Deal, Roosevelt fue el único presidente de la historia de  los EEUU  que fue reelegido tres veces.
La implementación de los programas del New Deal, conllevaron  un incremento de los impuestos para reactivar la inversión pública y la  contratatación de  millones de trabajadores para acometer obras de infraestructuras a lo largo de todo el país  para favorecer el incremento del consumo y con ello reactivar los medios de producción. Con todo ello, el New Deal  palió los efectos de la depresión, recuperando una parte importante del empleo perdido años atrás y produjo  un ambiente de optimismo social y económico, inexistente desde el crack del 29.
Desde luego es difícil como decía al principio de este articulo establecer comparaciones homologables  entre la Europa actual y los EEUU del primer tercio del siglo XX sobre todo teniendo en cuenta el diferente dècalage  de tiempos, tipo de sociedad, cultura etc... , pero si puede observarse como, una nueva  visión política de un presidente y su equipo de colaboradores, no exenta de riesgos,  pudieron solventar una crisis de mayor calado que la que hoy estamos padeciendo en Europa, crisis, sobre todo, en los países ribereños del Mediterráneo.
Y  hoy en Europa  las recetas para salir de la crisis cada vez satisfacen a menos gentes, y son menos creíbles, sobre todo a los ojos de los propios ciudadanos que observan como no cesan los recortes en sus prestaciones sociales, o lo que es peor pierden sus empleos o nunca han accedido a ninguno, como es el caso  de los jóvenes.
Las recetas conocidas y aplicadas estos últimos años de control estricto del déficit, que ha conllevado prácticamente a la desaparición de la  inversión, tanto pública como privada, los recortes en  sanidad, educación y en las prestaciones sociales solo nos conducen al empobrecimiento general, actuando como lo haría un torpedo que acertara en la línea de flotación de la gran clase media española y por extensión europea.
En pocas palabras recetas envenenadas que desequilibran Europa con más paro y una deflación perniciosa, cuando no un estancamiento que hacen imposible superar la difícil situación sobre todo en el flanco sur de Europa.
Esta no es la Europa que hemos soñado; cada día que pasa el sueño de la Unión Europea se desvanece más y se aleja de su principio fundacional. Todavía recuerdo el debate que se produjo cuando se planteo una Europa de dos velocidades con motivo de la fundación del euro y se rechazo en el contexto de la polémica de entonces, pero tristemente por la fuerza de los hechos, hoy ya tenemos una Europa con tres o más velocidades, que camina hacia la división en una Europa rica, avanzada tecnológicamente  y otra Europa dependiente y secundaria.   .
Por  ello es más necesario que nunca, que surja  una única y  potente voz de los países del arco del mediterráneo europeo, unidos en la defensa de los intereses  de sus ciudadanos y  sus señas de identidad culturales y sociales , una voz que resuene con fuerza en los muros de las instituciones europeas para dejar de ser sujetos pasivos de una Europa sin alma y  muy alejada de lo que proponían los viejos líderes  europeos, para superar su dilatada y trágica historia a causa de las dos grandes guerras desarrolladas en su seno.
Si amigos, necesitamos un New Deal  que nos ilusione de nuevo y más de un Franklin Delano Roosevelt para liderar un nuevo proyecto para Europa.

Welcome  mr. New Deal