jueves, 30 de octubre de 2014

Mercado Político (y IV) Por Camilo Buendía

Octubre de 2014
Las próximas confrontaciones electorales están ya forzando a los partidos a definir sus posicionamientos y sus mensajes para terminar de conformar ese mercado político que se nos ofrecerá a los electores.
El escenario no es el mismo que en otras ocasiones. Ni tan siquiera parecido al de la última ocasión cuando ejercimos ese, hasta ahora, respetado derecho de celebrar, como se suele definir, esa fiesta de la democracia al votar en las pasadas elecciones europeas. Y no ha transcurrido desde entonces demasiado tiempo. El escenario ha ido empeorando progresiva y sustancialmente desde entonces porque la situación económica no ha mejorado para que lo podamos afirmar los ciudadanos de a pié a pesar de las optimistas declaraciones gubernamentales; el paro sigue en una situación alarmante y el empleo que se genera es precario y sin expectativas de futuro; los jóvenes parados se mantienen en unas cifras escalofriantes y, el futuro, ellos ya ni se lo plantean, sino que lo gestionan desde posicionamientos alternativos pero fuera ya del marco de convivencia que establecimos entre todos no hace tampoco tantos años; los partidos políticos que han conformado este período siguen a la gresca a ver quién tiene más casos de corrupción sin que las medidas que dicen tomar, que no se ven, o las que pretenden tomar, y aun discuten, convenzan ya a un electorado harto y frustrado, cuyo umbral de tolerancia al propio sistema ha superado con creces cualquier límite razonable que permita pensar en poder recuperar esos ingentes recursos humanos para trabajar en la solución de los problemas existentes a corto o medio plazo. Percibo e intuyo que, en algunos casos, ese anónimo elector ya ni está cabreado e indignado como no hacía mucho lo estaba, sino que sencillamente ha desconectado del sistema porque no cree absolutamente nada que pueda provenir de el y, por tanto, podríamos pensar que o bien espera paciente poder dar un golpe de mano y hacerlo desaparecer, tal cual lo conocemos, en las próximas confrontaciones electorales o, sencillamente, continuará pasando y quedará fuera de él aunque lo siga sufriendo, hasta no sabemos cuándo, porque pueda producirse entonces una reacción social masiva ante esta insostenible situación. En cualquier caso y momento que pueda producirse ese futurible, acepto con antelación que llevará razón y no le faltarán motivos ni argumentos para ello, tenga las consecuencias que tenga esa decisión colectiva, ayude o no a mejorar esta situación pues, aunque la responsabilidad del que elige es esa, y la tiene con su elección, el elegido es el que tiene que aportar las soluciones, pues para eso se le elige, y no es esa la constatación que estamos teniendo de muchos responsables electos de los últimos momentos políticos.
El sistema político, social, institucional y económico que hemos conocido desde la recuperación democrática en este país, ha quebrado definitivamente. Hace aguas en todos y cada uno de sus costados. Sus costuras ya no soportan tal desajuste en su funcionamiento ni la presión por las consecuencias que de ese funcionamiento se derivan, y cada vez se pueden oír más opiniones en el sentido de que no hay forma de poder repararlo sin cirugía, amputaciones o intervenciones agresivas. El hedor y la putrefacción lo han invadido todo.
Ante ese desolador escenario que es absurdo no reconocer y admitir para que sirva de acicate a las personas con principios y convicciones sociales, a las personas con principios éticos y convicción de servicio público,  a las personas que con compromiso, esfuerzo, transparencia, honestidad, integridad y respeto, estén dispuestas a luchar por un mundo mejor para las generaciones venideras desde la responsabilidad pública democrática, que siempre será necesaria y es en lo que verdaderamente creo, sigo en la convicción de que la salida habrá de ser una salida desde la Política, desde la ética política, sin menosprecios de terceros.
Los liderazgos necesarios para ello, e inexistentes a mi entender en este horizonte inmediato, habrán de surgir de entre los ciudadanos y ciudadanas con valores que los acrediten; desde las organizaciones políticas previamente desinfectadas y aireadas que tendrán que facilitar la llegada de los mejores y no de los más serviles ni de entre los más eficaces para mantenerse; desde la juventud o la experiencia, indistintamente por simple aprovechamiento de todo; desde el hombre o la mujer; desde una descentralización de los poderes partidarios y una transparente democratización de sus estructuras;  desde un sistema que facilite la elección a los electores de entre quienes consideren más capacitados entre los candidatos, con la certeza de que tendrán fecha de caducidad antes de acceder al puesto, con unos controles eficaces que permitan conocer el antes, el durante y el después de las decisiones y actitudes del responsable público en cuestión, del nivel que sea, con responsabilidades exigibles a cualquier nivel de forma rápida e idéntica a la de cualquier otro común ciudadano, con igualdad entre las personas en cualquier parte del territorio nacional y con cohesión en todo el territorio del estado por acuerdos de convivencia política que la faciliten.
Democracia, justicia e igualdad han de impregnar a las nuevas generaciones, con ejemplos, con modelos a seguir, con educación y formación en esos valores, con respeto a lo colectivo, a lo que es de todos y todas, y con capacidades para poder exigir los cumplimientos de unos principios éticos irrenunciables en aquel que no los esté cumpliendo.
¿Ilusorio e imposible?, No, real y posible y siempre perfeccionable y revisable en el tiempo de forma continua. Un camino a seguir, unos objetivos a alcanzar y una dación de cuentas permanente a quienes todos los responsables públicos se deben, a los ciudadanos y ciudadanas, al pueblo. Desarrollar esos nuevos mecanismos y eliminar aquellas estructuras que lo impidan es una de esas tareas.
Definir todo ello es tan necesario o más, en estos momentos, que nuevos hospitales, centros de salud, escuelas, carreteras o subvenciones. Todo eso podrá llegar y habrá de llegar pero ha de ser en una prelación posterior. Hay que revisar primero las estructuras de un sistema que se desploma porque los ciudadanos se alejan de él, y sin ciudadanos no puede haber nada.

Y el riesgo no será menor, tras las futuras elecciones, sean de los niveles que sean, y sean los resultados que fueren, y eso me preocupa profundamente teniendo esta situación de salida, si las decisiones políticas posteriores de los electos que accedan a esas responsabilidades, no responden a estas demandas sociales de regeneración, y vuelven a frustrar y a alejar aun más a los escasos ciudadanos que se acercaron a ese mercado político que se les ofertó. Si compramos en dicho mercado nuevas musiquillas, nuevas ofertas políticas que se nos trasladan antes de votar y que después no van a estar reflejadas en las posteriores gestiones o decisiones políticas, e incluso pueda ser al contrario y se pretenda justificar lo imposible, por los motivos que sea, de poder cumplir aquello que entonces se nos dijo, producirá una nueva sensación vomitiva de “dejá vu”. Si eso ocurre una vez más, esto ya no habrá quién lo pueda reconstruir, pues la Política se habrá quedado sola como una apestada, sin ciudadanos que la valoren, la crean, la compartan o se ilusionen con ella. Habrá muerto durante muchos años, y eso sí que ni se lo podemos, ni nos lo podemos permitir.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Contaminados. Por Camilo Buendía.

Octubre de 2014
Al PP en el Gobierno, en su afán por no querer reconocer sus responsabilidades políticas cuando las evidencias demuestran lo contrario, se le suelen atragantar determinados asuntos.
Ya le ocurrió con el Prestige o con la guerra de Irak, o con el propio caso Bárcenas u otra serie de asuntos descontrolados y de su exclusiva responsabilidad y, desde esta semana, también estará en esa lista de mala gestión la del contagio de ébola en Madrid de una enfermera del equipo médico que atendió a un español contagiado y repatriado.
La presencia de la ministra Mato, supongo que vestida de oscuro, en casi riguroso luto, para trasladar una imagen de sobriedad y tristeza, sin contestar absolutamente a nada aunque se le preguntara directamente en la rueda de prensa del pasado 6 de octubre, rodeada de sus altos cargos de sanidad y repartiendo ella el juego como si de un personal-training se tratara para que el esfuerzo lo hicieran otros, no es más que una imagen de desprecio a la transparencia y a las responsabilidades políticas y, si se quiere, a los propios ciudadanos y ciudadanas por la pretendida manipulación que del asunto los medios oficiales hacen.
Resulta que el Gobierno no dudó en repatriar al religioso Manuel García Viejo en una operación, da hoy día la impresión, sin mucho rigor y sobre todo sin seguir disciplinadamente los protocolos al respecto establecidos por la OMS, y, por tanto, más destinada parece a fortalecer una imagen de país, potente y con recursos, recuperado ya de esa crisis económica que atenazaba su potencial, que no deja a sus ciudadanos tirados en ningún lugar del mundo tengan el problema que tengan.
No trato ni mucho menos de criticar ahora la repatriación de un afectado español de ébola, dedicado a los demás con generosidad, merecedor de nuestro reconocimiento como profesional y como persona, por motivos solidarios y humanos como el Gobierno español explicó. Trato de exigir a los gobernantes, en este caso los que están, que las decisiones responsables y solidarias a tomar, surgidas de un Gobierno preocupado por todos sus ciudadanos y ciudadanas, y por supuesto por Manuel García Viejo también, se toman cuando se tienen las garantías máximas que exige esta situación sanitaria para impedir la propagación del ébola en defensa de esos mismos ciudadanos y del control de la enfermedad.
Las voces que entonces denunciaron que no teníamos capacidad ni medios suficientes para atender una situación así fueron silenciadas, y autosilenciadas, por la comprensión solidaria con la decisión de un Gobierno que sin dilación se aprestaba a atender a uno de los suyos.
Los hechos demuestran hoy que los expertos, profesionales y organizaciones sindicales que lo hicieron estaban en lo cierto, y que el esfuerzo no se estaba haciendo en el sentido que había que hacerlo.
¿Si no, cómo se puede explicar que la formación de los profesionales fuese nula o casi nula con un curso de no más de media hora para colocarse el traje de protección?. ¿Si no, cómo se explica que el propio traje no fuera de los que cumplen un nivel mayor de protección, nivel 4, como recomiendan los protocolos internacionales para este tipo de situaciones, y sí de nivel 2?. ¿Si no, cómo puede entenderse que quiénes atienden a un paciente contagiado de una enfermedad tan desconocida y a la vez tan alarmante, con posterioridad a ello sigan en sus turnos normales de trabajo atendiendo cualquier otra situación médica, en sus respectivos puestos, de las que diariamente se atienden en un hospital?. ¿Si no, cómo puede admitirse que no se establezca que esos profesionales expuestos, supuestamente bajo máximos controles, no sigan a pesar de ello, por simple protocolo, el período de control posterior de 21 días durante el que puede manifestarse la enfermedad en caso de contagio, y sí puedan marcharse tranquilamente de vacaciones, como pudo hacer por desinformación e inaplicación de ese mismo protocolo la enfermera actualmente afectada?. ¿Cómo puede ahora el Gobierno y la Sra. Mato despachar simplemente lo ocurrido con que ha podido ocurrir un fallo humano y expresar en una rueda de prensa su desconocimiento absoluto de qué ha podido ocurrir?, ¿se trata entonces de responsabilizar a los profesionales, y en este caso a la propia enfermera afectada, de no haber cumplido alguno de los protocolos, en relación consigo misma, por algún error humano?. Considero que si no hubiera celebrado la Sra. Mato esa rueda de prensa desinformadora, posiblemente hubiera ejercido igual de mal su responsabilidad pero no hubiera inquietado más a la población de lo que ya lo estaba.
Son muchas preguntas las que el Gobierno debe responder para asumir y ejercer su responsabilidad y tranquilizar a una población preocupada e incluso con miedo y garantizar su seguridad sanitaria, y la falta de transparencia y el caos informativo sobre el asunto protagonizado por la ministra y su equipo son reprobables e inaceptables.

Lo primero, lógicamente, garantizar los medios para la recuperación de la afectada, controlar los riesgos de la población con la que haya mantenido contacto y evitar una confusión mayor, dar todas las explicaciones que haya que dar y responder a todas las dudas socialmente ya instaladas, con transparencia, seriedad, rigor y en defensa del interés general y no de sí mismo como Gobierno. A la vez, analizar el papel internacional de nuestro país en esta crisis del ébola respondiendo con apoyo directo a los países afectados en coordinación con las instancias internacionales competentes para contener la propagación y ayudar in situ a la erradicación de la enfermedad. Sería esa una actitud responsable y solidaria y, aunque egoístamente interesada, más eficaz. Nuestra lejanía física del problema por estar en otro continente y nuestra tranquilidad por tener la piel blanca ni son suficientes ni nunca han sido hechos reales que aportaran solución a un problema mundial. Sin olvidar que no es el ébola la mayor causa de mortalidad en Africa, y sí con diferencia la desnutrición infantil, la malaria, el VIH o las continuas guerras locales con motivaciones y causas en muchos casos de intereses económicos occidentales, quizás hubiera sido preferible destinar los costosos recursos económicos de una repatriación a ese solidario fin de atajar in situ el problema, si no se tenía ni la capacidad para curar al sacerdote enfermo, dado lo avanzado de su proceso, ni las garantías suficientes y todos los medios adecuados para poderlo hacer con “prácticamente riesgo nulo” para el resto de la población y la de los propios sanitarios implicados, como manifestó la responsable gubernamental inicialmente. Entonces mintió y eso, y la gestión posterior una vez detectado el primer contagio de ébola en territorio europeo, merecen una también responsable decisión política, la dimisión de la ministra y de los responsables directos de todo el operativo por estar políticamente ya contaminados. Más bien yo diría fulminados políticamente por el ébola.

domingo, 12 de octubre de 2014

OTRAS EPIDEMIAS. Por Diego Corriente.

Cádiz, octubre de 2014
Este fin de semana nos han sorprendido con la confirmada contaminación por “ébola” de una enfermera en Madrid.  Al parecer, la que atendió al médico misionero recientemente fallecido. Y nos preguntamos, no hubiese sido más factible, a la vista de la incertidumbre sobre la curación de estos, el haber realizado los esfuerzos en el país de origen, y de paso, contribuir a crear una infraestructura sanitaria de la que carecen para combatir tal epidemia. Pues no, una vez más experimentamos con la sanidad pública, en unos momentos donde la falta de medios y calidad empieza a ser alarmante. Y ante tal cumulo de irresponsabilidad e incompetencia, la Ministra del “jaguar” no dimite, ni reconoce fallos en los procedimientos ni en las decisiones. Tales fallos, no sólo procuraran un perjuicio a la maltrecha salud financiera de nuestro sistema hospitalario, también en este caso habrá daños colaterales, como el turismo, las líneas aéreas, etc, si no al tiempo. Claro está, que sobre gestión de crisis tampoco el Presidente del Gobierno puede dar muchas lecciones, no olvidemos su participación en la del Prestige, y de su diagnostico sobre los “hilillos” (de petróleo) confundidos por toneladas de chapapote.
        Total, que con la incertidumbre sobre el crecimiento económico, el nulo compromiso sobre la creación de empleo, el problema catalán, que amenaza una de las mayores crisis institucionales desde el comienzo de la democracia, y la corrupción y doble moral, de algunos banqueros y políticos por la diestra y por la siniestra, los ciudadanos españoles parecen vivir una pesadilla. Pero no, lo que estamos viviendo es real, y probablemente de seguir los mismos en el poder la receta sea más de lo mismo. Pero sí miramos a nuestro alrededor,  la oposición o alternativa te deja algunas veces como se suele decir “con las patas colgando”, metáfora dramática pero cierta, unos con eso de bajar los presupuestos de defensa, en un momento de inestabilidad mundial, cuando los ejércitos de otros países se preparan para intervenir en operaciones humanitarias, o como en nuestro caso, atendiendo incendios y emergencias, cuestión esta que no remitirá, de seguir la senda del calentamiento del planeta, o la vigilancia de tanto litoral fronterizo, precisamente hoy con África o con el convulso Oriente Próximo. Otros, exploran como modelo  países latinoamericanos  y no precisamente ponen como ejemplo Chile o Argentina. O cuando otros, en nuestra Comunidad Autónoma apuestan por crear un banco público, sin preguntarse quién confiaría sus ahorros privados a un Banco vinculado a una Administración tan falta de recursos, donde se evidencia que muchos servicios financiados con nuestros impuestos, sufren los recortes y la ineficiencia. Después de tantas “preferentes” y otros fraudes financieros,  alguien cree posible que se pueda restablecer la confianza y el crédito, como para que los ciudadanos depositen el fruto de sus esfuerzos en una institución financiera recién creada, cuando todavía no está superada la epidemia que asoló Cajas y Bancos en nuestro País, esto sólo se puede decir que son ocurrencias, improvisaciones, salir del paso, pero hay quien vive de eso de ocurrencias, aunque estas las sufran los ciudadanos como una epidemia más.

viernes, 10 de octubre de 2014

“A New Deal for Europa” “Un Nuevo Pacto para Europa”. Por John Fitzgerald

Cádiz, octubre de 2014
“Por  ello es más necesario que nunca, que surja  una única y  potente voz de los países del arco del mediterráneo europeo, unidos en la defensa de los intereses  de sus ciudadanos y  sus señas de identidad culturales y sociales , una voz que resuene con fuerza en los muros de las instituciones europeas para dejar de ser sujetos pasivos de una Europa sin alma y  muy alejada de lo que proponían los viejos líderes  europeos, para superar su dilatada y trágica historia a causa de las dos grandes guerras desarrolladas en su seno”.
Desde luego ,el análisis histórico de acontecimientos  vividos  y  salvando las distancias lógicas de tiempos y magnitud de los problemas , debería servir para que la política y  los  políticos que la ejecutan ,tomaran nota y asumieran desde la humildad del que nada sabe, que se puede y se debe aprender de los hechos que nos han precedido en el tiempo.
La profunda crisis económica  que ha removido y sigue removiendo el estatus social de millones de europeos hacia el empobrecimiento y la exclusión social, sigue instalada en una parte importante del sur de Europa, y  si nada ni nadie lo impide se extenderá como una gran mancha de aceite a todos los rincones de la cuenca mediterránea.
Esta situación  se agravará en los próximos  años si no se adoptan soluciones distintas a las que se han tomado en los últimos años  que solo satisfacen el interés del establishment de unos pocos países  y de potentes grupos financieros que han visto en  la crisis  una oportunidad para incrementar sus legales pero no menos inmorales ganancias, aplicando intereses de usura a  diestro y siniestro con la connivencia o cuando menos el beneplácito de la peor generación de gobernantes políticos europeos de la historia, con algunas honrosas pero escasas excepciones.
Necesitamos urgentemente políticos de talla histórica como el 32 presidente de los EEUU Franklin  Delano Roosevelt, que supo dar respuesta a la situación de un país arruinado desde el crack del 29 que caminaba hacia un empobrecimiento brutal de la extensa clase media norteamericana que se hundía irremediablemente en la miseria ante la desesperación de la población.
 “Nuestra más ardua tarea, la primera, es hacer que el pueblo vuelva al trabajo. No es un problema insoluble si nos enfrentamos a él con prudencia y valentía. Puede realizarse, en parte, mediante la contratación directa por parte del gobierno, actuando como en un caso de guerra pero, al mismo tiempo llevando a cabo los trabajos más necesarios, a partir de estas personas contratadas, para estimular y reorganizar la utilización de nuestros recursos naturales.”
Estas acertadas  palabras, fueron enunciadas por Roosevelt en el discurso de su toma de posesión de la presidencia en 1933, que inmediatamente se volcó en una frenética actividad legislativa en los 100 primeros días de su gobierno, y puso en práctica un conjunto de medidas que conformaban el New Deal de Roosevelt que abarcaban  medidas de ayuda a los ciudadanos, de recuperación económica y de reformas legislativas y administrativas.
Medidas que tuvieron una gran importancia en el campo económico estableciendo profundas reformas en el sistema financiero, la industria, la agricultura, y las infraestructuras y en el campo social aprobando la Ley del Seguro Social que se tradujo en la creación del primer sistema federal de seguro de desempleo y de pensiones  y un sistema de beneficios sociales para niños y personas enfermas, o la National Labor Relations Act  que introduce el establecimiento del salario mínimo y jornada horaria máxima ; medidas destinadas a corregir las desigualdades más flagrantes del capitalismo que habían hecho de EEUU una selva social en el primer tercio del siglo XX.
Roosevelt , con la propuesta de un nuevo trato o pacto a la sociedad americana, tuvo la enorme virtud de hacerlo en un momento de una crisis letal que paralizaba el emprendimiento y producía el empobrecimiento económico, social y espiritual de la gran nación americana; las numerosas propuestas  y acciones recogidas en los programas del New Deal,  tuvieron la virtud de darles la esperanza a  millones de agricultores empobrecidos, clases medias profesionales liberales, asalariados industriales y obreros sin cualificar que engrosaban día a día las listas del desempleo sin ningún tipo de atención por el estado que para sobrevivir se trasladaban a los alrededores de las grandes ciudades para conformar  las llamadas Hoovervilles  (conjunto de  casas de hojalata).(Hoover fue el anterior presidente republicano a Roosevelt ).
 Aunque las medidas tomadas  por Roosevelt levantaron ampollas en la parte más conservadora de la  sociedad  americana, principalmente por el carácter intervencionista  en la economía,  y por  producir un déficit presupuestario medio del 3 %   para sufragar los numerosos programas del New Deal, Roosevelt fue el único presidente de la historia de  los EEUU  que fue reelegido tres veces.
La implementación de los programas del New Deal, conllevaron  un incremento de los impuestos para reactivar la inversión pública y la  contratatación de  millones de trabajadores para acometer obras de infraestructuras a lo largo de todo el país  para favorecer el incremento del consumo y con ello reactivar los medios de producción. Con todo ello, el New Deal  palió los efectos de la depresión, recuperando una parte importante del empleo perdido años atrás y produjo  un ambiente de optimismo social y económico, inexistente desde el crack del 29.
Desde luego es difícil como decía al principio de este articulo establecer comparaciones homologables  entre la Europa actual y los EEUU del primer tercio del siglo XX sobre todo teniendo en cuenta el diferente dècalage  de tiempos, tipo de sociedad, cultura etc... , pero si puede observarse como, una nueva  visión política de un presidente y su equipo de colaboradores, no exenta de riesgos,  pudieron solventar una crisis de mayor calado que la que hoy estamos padeciendo en Europa, crisis, sobre todo, en los países ribereños del Mediterráneo.
Y  hoy en Europa  las recetas para salir de la crisis cada vez satisfacen a menos gentes, y son menos creíbles, sobre todo a los ojos de los propios ciudadanos que observan como no cesan los recortes en sus prestaciones sociales, o lo que es peor pierden sus empleos o nunca han accedido a ninguno, como es el caso  de los jóvenes.
Las recetas conocidas y aplicadas estos últimos años de control estricto del déficit, que ha conllevado prácticamente a la desaparición de la  inversión, tanto pública como privada, los recortes en  sanidad, educación y en las prestaciones sociales solo nos conducen al empobrecimiento general, actuando como lo haría un torpedo que acertara en la línea de flotación de la gran clase media española y por extensión europea.
En pocas palabras recetas envenenadas que desequilibran Europa con más paro y una deflación perniciosa, cuando no un estancamiento que hacen imposible superar la difícil situación sobre todo en el flanco sur de Europa.
Esta no es la Europa que hemos soñado; cada día que pasa el sueño de la Unión Europea se desvanece más y se aleja de su principio fundacional. Todavía recuerdo el debate que se produjo cuando se planteo una Europa de dos velocidades con motivo de la fundación del euro y se rechazo en el contexto de la polémica de entonces, pero tristemente por la fuerza de los hechos, hoy ya tenemos una Europa con tres o más velocidades, que camina hacia la división en una Europa rica, avanzada tecnológicamente  y otra Europa dependiente y secundaria.   .
Por  ello es más necesario que nunca, que surja  una única y  potente voz de los países del arco del mediterráneo europeo, unidos en la defensa de los intereses  de sus ciudadanos y  sus señas de identidad culturales y sociales , una voz que resuene con fuerza en los muros de las instituciones europeas para dejar de ser sujetos pasivos de una Europa sin alma y  muy alejada de lo que proponían los viejos líderes  europeos, para superar su dilatada y trágica historia a causa de las dos grandes guerras desarrolladas en su seno.
Si amigos, necesitamos un New Deal  que nos ilusione de nuevo y más de un Franklin Delano Roosevelt para liderar un nuevo proyecto para Europa.

Welcome  mr. New Deal 

miércoles, 8 de octubre de 2014

Mercadeo Político III. Por Camilo Buendía

Cádiz, octubre de 2014
La crisis política, social, institucional y económica que sufrimos día tras día no cesa. No descansa en ese afán de darle la vuelta a una situación para, mediante esas supuestas “reformas” (contrarreformas al modelo del denostado ya Estado del bienestar), generar ese nuevo modelo de convivencia menos social, menos justo y menos igualitario, en el que el papel del estado se limite a garantizar la libertad de mercado para que cada uno asuma su responsabilidad sobre sí mismo y viva, o sobreviva según el caso, con sus propios medios y recursos, culpabilizado quien la sufra hasta de su propia pobreza o  desempleo por su incapacidad para resolver esa situación, o admirado y puesto como modelo quien haya conseguido situarse en la cúspide de la pirámide social por sus éxitos. Un modelo social que prima lo individual frente a lo colectivo, que olvida las corresponsabilidades sociales y reniega de la solidaridad. La cohesión social se circunscribe a mí, a mi grupo, a mi barrio, a mi entorno.
Es en último término la negación de la política, el abandono de los intereses comunes, del bienestar de la mayoría, de los intereses generales. En definitiva, la victoria de la ideología neoliberal y el fracaso de la POLITICA. Esa que hay que recuperar y que debemos exigir y exigirnos.
La compleja situación catalana no es más que el final de lo mismo. Se trata de la utilización y manipulación de los sentimientos identitarios para justificar que se les roba dicen los nacionalistas, escondiendo la mala gestión durante años de sus propios gobiernos, con el simplista argumento de que con nuestros propios recursos viviríamos mejor. Ante ese envite, durante años preparado por ese añejo ya nacionalismo de trinchera, la incapacidad política del gobierno y del propio presidente Rajoy, parapetado en las leyes, nos ha situado en un escenario verdaderamente complicado. La “victoria” legal está garantizada porque la ley asiste, pero se puede perder la social y política con un auge aun mayor a posteriori del nacionalismo independentista y una situación aún más compleja de gestionar por la ausencia de POLITICA. Una vez más la política.
El escenario general, no sólo por la aparición de la cosa catalana, no es halagüeño. Las tendencias políticas en competición, lógicamente deseosas de obtener réditos políticos en las próximas confrontaciones electorales (las elecciones autonómicas y municipales), las baronías autonómicas y aquella, la municipal, que siempre se ha dicho que antecede a la consecución del poder estatal, están en sus propias cuitas.
Sin embargo, la inevitable llegada de los procesos electorales, también denostados aunque necesarios en democracia y, por supuesto, siempre reclamados en su ausencia, no pueden dificultar las soluciones a los problemas. La política, la política democrática, ha de aportar soluciones a los problemas de la sociedad en cada momento y no nuevos problemas. Y no es eso tampoco lo que se percibe en el horizonte.
Si el Gobierno pretende jugar la baza de la mejoría de la situación económica (recuerden el anuncio de Rajoy de que la recuperación económica ha llegado para quedarse, sobre el que sustenta su discurso actual aunque no haya llegado en absoluto a las casas de muchos ciudadanos empobrecidos y mermados de derechos), a la vez que estimula su perfil nacionalista español para recuperar a los potenciales y angustiados españoles que aunque desencantados con el, más lo están con la situación de Cataluña, estaremos ante un inmovilismo, y una ausencia de visión y discurso político para resolver políticamente los problemas, sin parangón.
Si las fuerzas de la izquierda clásica y tradicional se autoproponen una unión imposible con el único objetivo de eliminar definitivamente este sistema que consideran demonizado, con propuestas irrealizables y sin apoyos globales para mantener esa apuesta en un contexto internacionalizado, estaremos en un brindis al sol con un centrifugado de conciencias individuales que, posteriormente, una vez despeñados, siempre seguirán viviendo bien en este prostituido e irrespirable ambiente político como hasta ahora lo han hecho.
Si la opción es la alternativa de izquierda reformadora socialdemócrata, en crisis ideológica permanente ante el acoso de la izquierda clásica y tradicional, la evidencia de sus propios errores, la atracción de las políticas neoliberales y su incapacidad para proponer alternativas, estaremos ante una ausencia de alternativa abocada a la irrelevancia política si no reconstruye sus planteamientos, da ejemplo de decencia política y abandona las indefiniciones con propuestas diferenciadas y claras de una alternativa posible y mejor que la que tenemos .
Si la opción es la fuerza política emergente, y hay que nombrar irremisiblemente a PODEMOS, con inexistentes planteamientos y compromisos pero sí con una denuncia permanente de los problemas reales, con una buena musiquilla pregrabada que gusta a la ciudadanía, pero sin herramientas ni instrumentos para tocar esa música en directo como una orquesta, estaremos ante una ilusión óptica que nos arrastrará al agnosticismo político definitivo y a la frustración mental.

Se hacen necesarias alternativas sólidas y reales que respondan con políticas a la realidad existente y esas son las que los ciudadanos y ciudadanas debemos exigir para que la política y los políticos resuelvan los problemas desde la democracia y el compromiso, con propuestas concretas y realizables, con compromisos tasados y exigibles, con ejemplos de conducta y de trabajo por la sociedad, con propuestas de reforma claras de la ley electoral y de la propia Constitución, con actitudes transparentes y regeneradoras por la ilusión del valor y la utilidad de la política.

El tacticismo político instalado en todas las fuerzas políticas ante los tam tam electorales, el miedo de algunos a perder los privilegios inmediatos y la incapacidad de muchos para mirar a largo plazo y en futuro por la sociedad en general, amén de las inquinas instaladas y pendientes de cobro entre otros, dificultan una salida POLITICA a las necesidades políticas del momento. Es inevitable reconocer la ausencia de personalidades y líderes capaces de abordar esa ingente tarea de liderar la sociedad en su conjunto en estos momentos, por lo que se hace necesario que la propia sociedad sea la que lidere el proceso inicialmente, como en otras ocasiones, mantenga la presión social para que las respuestas de los responsables políticos existentes sean acordes a las demandas ciudadanas que se están expresando y rehagan sus discursos, sus propuestas y sus comportamientos. La desobediencia a unas exigencias de una ciudadanía organizada y con las ideas claras puede tener fuertes costes electorales. Las autonómicas y municipales, sin olvidar las dificultades específicas de la política local, podrían ser un buen momento para ello. Un poder local organizado siempre será imparable. 

miércoles, 1 de octubre de 2014

“IMPROVISACIÓN Y OCURRENCIAS POLÍTICAS”. Por Diego Corriente.

Cádiz 25 /09/2014.
El PSOE está de nuevo en campaña, hace unos meses estuvo en otra, la sustitución de su Secretario General, en esta ocasión son las primarias dirigidas a renovar alcaldes ante las Elecciones Municipales, después serán las Autonómicas, si no tenemos anticipadas las Generales, aunque en algunos casos este proceso se puede obviar por distintas circunstancias, por no haber candidatos, en otros, por simples manejos internos. En fin, mientras que el sistema no sea obligatorio y general, siempre habrá margen para el favor y la parcialidad, esto es, las reglas del juego no siempre son iguales para todos. Por una parte inaudito y chocante, en el partido que defiende la igualdad, y distracción de lo urgente y prioritario por otra.
Pero no es éste el problema, la cuestión es que entre unos procesos y otros, unas elecciones y otras, el tiempo cuenta, y desde la política no se dan respuestas y no se presentan alternativas a los problemas de la sociedad.
Este País sufre una gran crisis, de la que no sale, y los políticos ni hablan como salir de ella. En el extranjero están emigrados más de 250.000 de nuestros mejores jóvenes, y en estos días el Banco de España, organización nada sospechosa de preocuparles las cuestiones humanas, nos alerta de tan alarmante cuestión. Y lo peor, los que se quedan no tienen salida alguna.
En otras comunidades autónomas siguen latente el síndrome soberanista, y para calmarlos se ofrece un cambio de la Constitución, para cuando ese cambio, tanto trabajo tienen sus señorías, por qué no comienzan de una vez, a dar respuestas y a modernizar este País desde su Carta Magna. Parece insólito, que un problema histórico como el que tiene planteado España, después de varias décadas de democracia aun no se haya resuelto.
El Estado del Bienestar esta hecho unos zorros, antes de la crisis algunas Comunidades Autónomas presumían de sus niveles de calidad, hoy nadie con rigor podría mantener tal cuestión en pie. Pero tampoco se dan soluciones, estas tendrían que llegar de un gran acuerdo entre las principales fuerzas políticas, para que no pase como con la Educación que cada Gobierno quiere imponer su Ley. Y todo esto, sin bajar a las cuestiones locales o provinciales, donde la respuesta de las Administraciones sigue siendo errática e inconsistente.
Hace unos años fue el diseño hospitalario, con Hospital Gaditano incluido, en una macro operación donde intervendrían la Zona Franca de Cádiz, la Tesorería de la Seguridad Social y la Junta de Andalucía, al día de hoy y tras múltiples firmas de Alcaldes, Ministros y Presidentes, no queda nada de nada, bueno sí, un capricho político llamado Hospital de San Carlos, que responde más  a compromisos políticos locales, que aún diseño racional del sistema hospitalario. Mientras siguen cerrados otros, desde ambulatorios a hospitales comarcales.
La otra ocurrencia, es la de trasladar el proyecto de Ciudad de la Justicia a los terrenos de Tabacalera, otra inconsistencia que no se mantiene en pie. Después de años defendiendo la necesidad de suelo industrial, enfangados en las marismas de las Aletas, proponemos uno de nuestros mejores suelos industriales para la ubicación de los Juzgados de Cádiz. Y toda la ciudadanía se queda impertérrita, será porque no se lo creen, o la capacidad de sorpresa está agotada, creo que no, los ciudadanos tienen otros problemas que no se les resuelven, y los políticos generan otros que tampoco se resolverán.