viernes, 10 de octubre de 2014

“A New Deal for Europa” “Un Nuevo Pacto para Europa”. Por John Fitzgerald

Cádiz, octubre de 2014
“Por  ello es más necesario que nunca, que surja  una única y  potente voz de los países del arco del mediterráneo europeo, unidos en la defensa de los intereses  de sus ciudadanos y  sus señas de identidad culturales y sociales , una voz que resuene con fuerza en los muros de las instituciones europeas para dejar de ser sujetos pasivos de una Europa sin alma y  muy alejada de lo que proponían los viejos líderes  europeos, para superar su dilatada y trágica historia a causa de las dos grandes guerras desarrolladas en su seno”.
Desde luego ,el análisis histórico de acontecimientos  vividos  y  salvando las distancias lógicas de tiempos y magnitud de los problemas , debería servir para que la política y  los  políticos que la ejecutan ,tomaran nota y asumieran desde la humildad del que nada sabe, que se puede y se debe aprender de los hechos que nos han precedido en el tiempo.
La profunda crisis económica  que ha removido y sigue removiendo el estatus social de millones de europeos hacia el empobrecimiento y la exclusión social, sigue instalada en una parte importante del sur de Europa, y  si nada ni nadie lo impide se extenderá como una gran mancha de aceite a todos los rincones de la cuenca mediterránea.
Esta situación  se agravará en los próximos  años si no se adoptan soluciones distintas a las que se han tomado en los últimos años  que solo satisfacen el interés del establishment de unos pocos países  y de potentes grupos financieros que han visto en  la crisis  una oportunidad para incrementar sus legales pero no menos inmorales ganancias, aplicando intereses de usura a  diestro y siniestro con la connivencia o cuando menos el beneplácito de la peor generación de gobernantes políticos europeos de la historia, con algunas honrosas pero escasas excepciones.
Necesitamos urgentemente políticos de talla histórica como el 32 presidente de los EEUU Franklin  Delano Roosevelt, que supo dar respuesta a la situación de un país arruinado desde el crack del 29 que caminaba hacia un empobrecimiento brutal de la extensa clase media norteamericana que se hundía irremediablemente en la miseria ante la desesperación de la población.
 “Nuestra más ardua tarea, la primera, es hacer que el pueblo vuelva al trabajo. No es un problema insoluble si nos enfrentamos a él con prudencia y valentía. Puede realizarse, en parte, mediante la contratación directa por parte del gobierno, actuando como en un caso de guerra pero, al mismo tiempo llevando a cabo los trabajos más necesarios, a partir de estas personas contratadas, para estimular y reorganizar la utilización de nuestros recursos naturales.”
Estas acertadas  palabras, fueron enunciadas por Roosevelt en el discurso de su toma de posesión de la presidencia en 1933, que inmediatamente se volcó en una frenética actividad legislativa en los 100 primeros días de su gobierno, y puso en práctica un conjunto de medidas que conformaban el New Deal de Roosevelt que abarcaban  medidas de ayuda a los ciudadanos, de recuperación económica y de reformas legislativas y administrativas.
Medidas que tuvieron una gran importancia en el campo económico estableciendo profundas reformas en el sistema financiero, la industria, la agricultura, y las infraestructuras y en el campo social aprobando la Ley del Seguro Social que se tradujo en la creación del primer sistema federal de seguro de desempleo y de pensiones  y un sistema de beneficios sociales para niños y personas enfermas, o la National Labor Relations Act  que introduce el establecimiento del salario mínimo y jornada horaria máxima ; medidas destinadas a corregir las desigualdades más flagrantes del capitalismo que habían hecho de EEUU una selva social en el primer tercio del siglo XX.
Roosevelt , con la propuesta de un nuevo trato o pacto a la sociedad americana, tuvo la enorme virtud de hacerlo en un momento de una crisis letal que paralizaba el emprendimiento y producía el empobrecimiento económico, social y espiritual de la gran nación americana; las numerosas propuestas  y acciones recogidas en los programas del New Deal,  tuvieron la virtud de darles la esperanza a  millones de agricultores empobrecidos, clases medias profesionales liberales, asalariados industriales y obreros sin cualificar que engrosaban día a día las listas del desempleo sin ningún tipo de atención por el estado que para sobrevivir se trasladaban a los alrededores de las grandes ciudades para conformar  las llamadas Hoovervilles  (conjunto de  casas de hojalata).(Hoover fue el anterior presidente republicano a Roosevelt ).
 Aunque las medidas tomadas  por Roosevelt levantaron ampollas en la parte más conservadora de la  sociedad  americana, principalmente por el carácter intervencionista  en la economía,  y por  producir un déficit presupuestario medio del 3 %   para sufragar los numerosos programas del New Deal, Roosevelt fue el único presidente de la historia de  los EEUU  que fue reelegido tres veces.
La implementación de los programas del New Deal, conllevaron  un incremento de los impuestos para reactivar la inversión pública y la  contratatación de  millones de trabajadores para acometer obras de infraestructuras a lo largo de todo el país  para favorecer el incremento del consumo y con ello reactivar los medios de producción. Con todo ello, el New Deal  palió los efectos de la depresión, recuperando una parte importante del empleo perdido años atrás y produjo  un ambiente de optimismo social y económico, inexistente desde el crack del 29.
Desde luego es difícil como decía al principio de este articulo establecer comparaciones homologables  entre la Europa actual y los EEUU del primer tercio del siglo XX sobre todo teniendo en cuenta el diferente dècalage  de tiempos, tipo de sociedad, cultura etc... , pero si puede observarse como, una nueva  visión política de un presidente y su equipo de colaboradores, no exenta de riesgos,  pudieron solventar una crisis de mayor calado que la que hoy estamos padeciendo en Europa, crisis, sobre todo, en los países ribereños del Mediterráneo.
Y  hoy en Europa  las recetas para salir de la crisis cada vez satisfacen a menos gentes, y son menos creíbles, sobre todo a los ojos de los propios ciudadanos que observan como no cesan los recortes en sus prestaciones sociales, o lo que es peor pierden sus empleos o nunca han accedido a ninguno, como es el caso  de los jóvenes.
Las recetas conocidas y aplicadas estos últimos años de control estricto del déficit, que ha conllevado prácticamente a la desaparición de la  inversión, tanto pública como privada, los recortes en  sanidad, educación y en las prestaciones sociales solo nos conducen al empobrecimiento general, actuando como lo haría un torpedo que acertara en la línea de flotación de la gran clase media española y por extensión europea.
En pocas palabras recetas envenenadas que desequilibran Europa con más paro y una deflación perniciosa, cuando no un estancamiento que hacen imposible superar la difícil situación sobre todo en el flanco sur de Europa.
Esta no es la Europa que hemos soñado; cada día que pasa el sueño de la Unión Europea se desvanece más y se aleja de su principio fundacional. Todavía recuerdo el debate que se produjo cuando se planteo una Europa de dos velocidades con motivo de la fundación del euro y se rechazo en el contexto de la polémica de entonces, pero tristemente por la fuerza de los hechos, hoy ya tenemos una Europa con tres o más velocidades, que camina hacia la división en una Europa rica, avanzada tecnológicamente  y otra Europa dependiente y secundaria.   .
Por  ello es más necesario que nunca, que surja  una única y  potente voz de los países del arco del mediterráneo europeo, unidos en la defensa de los intereses  de sus ciudadanos y  sus señas de identidad culturales y sociales , una voz que resuene con fuerza en los muros de las instituciones europeas para dejar de ser sujetos pasivos de una Europa sin alma y  muy alejada de lo que proponían los viejos líderes  europeos, para superar su dilatada y trágica historia a causa de las dos grandes guerras desarrolladas en su seno.
Si amigos, necesitamos un New Deal  que nos ilusione de nuevo y más de un Franklin Delano Roosevelt para liderar un nuevo proyecto para Europa.

Welcome  mr. New Deal 

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