miércoles, 8 de octubre de 2014

Mercadeo Político III. Por Camilo Buendía

Cádiz, octubre de 2014
La crisis política, social, institucional y económica que sufrimos día tras día no cesa. No descansa en ese afán de darle la vuelta a una situación para, mediante esas supuestas “reformas” (contrarreformas al modelo del denostado ya Estado del bienestar), generar ese nuevo modelo de convivencia menos social, menos justo y menos igualitario, en el que el papel del estado se limite a garantizar la libertad de mercado para que cada uno asuma su responsabilidad sobre sí mismo y viva, o sobreviva según el caso, con sus propios medios y recursos, culpabilizado quien la sufra hasta de su propia pobreza o  desempleo por su incapacidad para resolver esa situación, o admirado y puesto como modelo quien haya conseguido situarse en la cúspide de la pirámide social por sus éxitos. Un modelo social que prima lo individual frente a lo colectivo, que olvida las corresponsabilidades sociales y reniega de la solidaridad. La cohesión social se circunscribe a mí, a mi grupo, a mi barrio, a mi entorno.
Es en último término la negación de la política, el abandono de los intereses comunes, del bienestar de la mayoría, de los intereses generales. En definitiva, la victoria de la ideología neoliberal y el fracaso de la POLITICA. Esa que hay que recuperar y que debemos exigir y exigirnos.
La compleja situación catalana no es más que el final de lo mismo. Se trata de la utilización y manipulación de los sentimientos identitarios para justificar que se les roba dicen los nacionalistas, escondiendo la mala gestión durante años de sus propios gobiernos, con el simplista argumento de que con nuestros propios recursos viviríamos mejor. Ante ese envite, durante años preparado por ese añejo ya nacionalismo de trinchera, la incapacidad política del gobierno y del propio presidente Rajoy, parapetado en las leyes, nos ha situado en un escenario verdaderamente complicado. La “victoria” legal está garantizada porque la ley asiste, pero se puede perder la social y política con un auge aun mayor a posteriori del nacionalismo independentista y una situación aún más compleja de gestionar por la ausencia de POLITICA. Una vez más la política.
El escenario general, no sólo por la aparición de la cosa catalana, no es halagüeño. Las tendencias políticas en competición, lógicamente deseosas de obtener réditos políticos en las próximas confrontaciones electorales (las elecciones autonómicas y municipales), las baronías autonómicas y aquella, la municipal, que siempre se ha dicho que antecede a la consecución del poder estatal, están en sus propias cuitas.
Sin embargo, la inevitable llegada de los procesos electorales, también denostados aunque necesarios en democracia y, por supuesto, siempre reclamados en su ausencia, no pueden dificultar las soluciones a los problemas. La política, la política democrática, ha de aportar soluciones a los problemas de la sociedad en cada momento y no nuevos problemas. Y no es eso tampoco lo que se percibe en el horizonte.
Si el Gobierno pretende jugar la baza de la mejoría de la situación económica (recuerden el anuncio de Rajoy de que la recuperación económica ha llegado para quedarse, sobre el que sustenta su discurso actual aunque no haya llegado en absoluto a las casas de muchos ciudadanos empobrecidos y mermados de derechos), a la vez que estimula su perfil nacionalista español para recuperar a los potenciales y angustiados españoles que aunque desencantados con el, más lo están con la situación de Cataluña, estaremos ante un inmovilismo, y una ausencia de visión y discurso político para resolver políticamente los problemas, sin parangón.
Si las fuerzas de la izquierda clásica y tradicional se autoproponen una unión imposible con el único objetivo de eliminar definitivamente este sistema que consideran demonizado, con propuestas irrealizables y sin apoyos globales para mantener esa apuesta en un contexto internacionalizado, estaremos en un brindis al sol con un centrifugado de conciencias individuales que, posteriormente, una vez despeñados, siempre seguirán viviendo bien en este prostituido e irrespirable ambiente político como hasta ahora lo han hecho.
Si la opción es la alternativa de izquierda reformadora socialdemócrata, en crisis ideológica permanente ante el acoso de la izquierda clásica y tradicional, la evidencia de sus propios errores, la atracción de las políticas neoliberales y su incapacidad para proponer alternativas, estaremos ante una ausencia de alternativa abocada a la irrelevancia política si no reconstruye sus planteamientos, da ejemplo de decencia política y abandona las indefiniciones con propuestas diferenciadas y claras de una alternativa posible y mejor que la que tenemos .
Si la opción es la fuerza política emergente, y hay que nombrar irremisiblemente a PODEMOS, con inexistentes planteamientos y compromisos pero sí con una denuncia permanente de los problemas reales, con una buena musiquilla pregrabada que gusta a la ciudadanía, pero sin herramientas ni instrumentos para tocar esa música en directo como una orquesta, estaremos ante una ilusión óptica que nos arrastrará al agnosticismo político definitivo y a la frustración mental.

Se hacen necesarias alternativas sólidas y reales que respondan con políticas a la realidad existente y esas son las que los ciudadanos y ciudadanas debemos exigir para que la política y los políticos resuelvan los problemas desde la democracia y el compromiso, con propuestas concretas y realizables, con compromisos tasados y exigibles, con ejemplos de conducta y de trabajo por la sociedad, con propuestas de reforma claras de la ley electoral y de la propia Constitución, con actitudes transparentes y regeneradoras por la ilusión del valor y la utilidad de la política.

El tacticismo político instalado en todas las fuerzas políticas ante los tam tam electorales, el miedo de algunos a perder los privilegios inmediatos y la incapacidad de muchos para mirar a largo plazo y en futuro por la sociedad en general, amén de las inquinas instaladas y pendientes de cobro entre otros, dificultan una salida POLITICA a las necesidades políticas del momento. Es inevitable reconocer la ausencia de personalidades y líderes capaces de abordar esa ingente tarea de liderar la sociedad en su conjunto en estos momentos, por lo que se hace necesario que la propia sociedad sea la que lidere el proceso inicialmente, como en otras ocasiones, mantenga la presión social para que las respuestas de los responsables políticos existentes sean acordes a las demandas ciudadanas que se están expresando y rehagan sus discursos, sus propuestas y sus comportamientos. La desobediencia a unas exigencias de una ciudadanía organizada y con las ideas claras puede tener fuertes costes electorales. Las autonómicas y municipales, sin olvidar las dificultades específicas de la política local, podrían ser un buen momento para ello. Un poder local organizado siempre será imparable. 

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