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“La recuperación ha
llegado para quedarse”. Ese el nuevo mantra con el que el Gobierno de la
nación, desde todos sus niveles, está ilustrándonos desde los inicios del
verano, además de con los datos macroeconómicos concretos que, según el
criterio de nuestros gobernantes, avalan esa afirmación. Es esta siempre una
época, el verano, atractiva para gastar y para buenos propósitos y, por tanto,
necesitada de todos los estímulos posibles para que así sea, nuestro consumo se
anime, y salgamos con él de esta situación. ¡Ese necesario cambio de ánimo, ese
nuevo estado de ánimo necesario para una anunciada realidad, y que una nueva
situación económica más favorable que la que supuestamente abandonamos nos
ilumine!. Al fin y al cabo, se hacen eco de esa afirmación que tanto criticaron
cuando estaban en la oposición y que recuperó posteriormente el estadista De
Guindos: la economía es un estado de ánimo. Por consiguiente, podríamos
deducir que la tesis que el Gobierno abraza es que resolviendo la economía y
mejorando nuestro estado de ánimo ante la situación, todo debe haber mejorado.
Hemos pasado ya de
los brotes verdes, y de las luces al final del túnel, a atravesar con éxito el
cabo de Hornos, dijo Rajoy en el pasado debate del estado de la nación, como si
de una épica gesta se tratara, y él al timón, para afirmar que la
recuperación ha llegado para quedarse. Ojala así sea, y no seré yo el que
se queje de ello y ponga obstáculos a esa “realidad”, de serlo. Por
consiguiente, me sumaré abiertamente a la alegría cuando a mí me convenza. Lo
que me sigue preocupando aún, y es lo mismo que me preocupó al comienzo de la
crisis y aun no se me ha disipado, porque salir algún día saldríamos y eso lo
sabíamos, no es más que el estado en el que lo haríamos; hoy, mi preocupación,
sería, y es, si es así como afirman nuestros gobernantes, en qué estado
salimos. Y, sinceramente, mi estado de ánimo no cambia, aunque no quisiera
perder la esperanza, por mucho que repita el mantra, pero sí quiero seguir cuerdo.
Por ello, y además,
queriendo ser coherente y siendo consciente de que todos los deseos no pueden
cumplirse, o más bien casi ninguno si no se toman las medidas adecuadas, no
estoy dispuesto a ser un crédulo ciudadano ajeno a la realidad.
Por tanto,
pensemos: si veníamos de una crisis financiera mundial que genera una crisis
económica que, en nuestro caso, se ve incrementada por una crisis del
mercado inmobiliario por nuestra particular burbuja inmobiliaria,
sostén de nuestro sistema productivo,
con un endeudamiento privado importante y uno público razonable,
una alta prima de riesgo ante la desconfianza inversora a nuestro futuro y un
altísimo desempleo general y juvenil en particular, y hemos
conseguido mejorar la prima de riesgo, contener el endeudamiento privado e
incrementar sustancialmente el público, precarizar las contrataciones,
desequilibrar las relaciones laborales, abaratar los despidos, incrementando el desempleo y no minorando
tampoco el juvenil...; si la situación política era de falta de colaboración y
acoso al gobierno de turno, en minoría, para sustituirlo por una solitaria y
sólida mayoría parlamentaria que no busca colaboración sino imposición de sus
criterios, en una situación política percibida por los ciudadanos como
maloliente por la continua aparición de casos de corrupción que van
desde la Corona, los partidos políticos, el Gobierno, los sindicatos, los
empresarios y la judicatura, lo que desemboca en una crisis institucional sin
precedentes, al día de hoy sin resolver, y sin compromisos claros por nuestros
dirigentes de que pueda ser así...; si nuestros problemas de productividad,
competitividad y consumo han sido abordados con una de las subidas
de impuestos mayores de todo el período democrático, con una rebaja de
sueldos, un desmantelamiento y reducción de servicios y derechos con vocación
universal que buscaban la cohesión y la igualdad, como la educación, la salud o
la atención a los más necesitados y menos favorecidos y, por ende, se ha
generado pobreza y desigualdad que, además, limita la posibilidad de
crecimiento por el propio incremento del consumo por el mismo
empobrecimiento...; si los agujeros ocasionados por la mala gestión en el sistema
financiero, de personas que se han jubilado, o pasado a otras
responsabilidades con indemnizaciones y/o pensiones millonarias, han sido
resueltos con un rescate bancario que financiamos los ciudadanos, los
que recibimos nóminas y pagamos IRPF, no los que manejan capital y pagan pocos
impuestos y tienen dineros evadidos en el extranjero o en paraísos fiscales
sin tributar en España, la mayoría exonerados de responsabilidades directas por
sus desastrosas decisiones...; si la cohesión social y la igualdad
han sido abordados limitando derechos anteriormente adquiridos,, o
restringiendo el acceso a los mismos de colectivos necesitados de ellos como desempleados
a prestaciones o dependientes a la Ley de Dependencia, o estudiantes a becas, o pretendiendo
restringir a las mujeres su libertad a decidir con su cuerpo, o teniendo
la menor tasa de cobertura del desempleo de los últimos 14 años, en
torno al 50%, expulsando del sistema a
quienes no tienen recursos suficientes para estudiar, o abandonando a su suerte
a colectivos dependientes que han de resolver su situación haciendo volver a
miles de mujeres a casa para cuidar de sus mayores...; si esta nueva realidad
es la recuperación y ha llegado para quedarse, porque la bolsa ha ido
subiendo y las grandes empresas del ibex no han dejado de ganar dinero
durante todo este martirio, porque nuestras exportaciones han ido
mejorando y vendemos más barato como si nos hubiéramos convertido en
hispasiáticos, porque las contrataciones se incrementan aunque sean a tiempo
parcial y mal remuneradas porque eso es lo que hay o te quedas en la cuneta,
reduciéndose la tasa de desempleo por el abandono del mismo de miles de jóvenes
que marchan al extranjero en busca de oportunidades por el nuevo sistema de la
movilidad exterior, o miles de inmigrantes que tienen que volver a casa porque
están abandonados a su suerte tras caer en el foso del desempleo, tras ayudar
al crecimiento de este país. Si quienes tantos esfuerzos nos han obligado a
hacer no han dejado en el camino ninguno de sus privilegios y, por tanto, las
desigualdades no han hecho más que acrecentarse en vez de disminuirse en
nuestra sociedad, si en las familias con dificultades hay una legión de mayores
que con sus cortas pensiones están manteniendo una situación de por sí
explosiva si no fuese, además, porque hay que buscarse la vida y la economía
sumergida o irregular no ha hecho más que crecer, si la morosidad no siguiera
incrementándose por el empobrecimiento de la población y los desahucios
siguieran produciéndose como lo hacen y no hubiera cada día más personas
recogiendo en los contenedores de basura lo que sea para su sustento..., si
todo eso no fuese así, o por lo menos yo así lo veo, no tendría ninguna duda de
que eso es lo que yo quiero.
Por todo ello, de
lo que sí estoy convencido es de que el cambio que se ha producido ha sido tan
sustancial y de tan hondo calado que no es el mismo modelo corregido en sus
déficit o errores sino que se trata de un modelo diferente, ¡muy diferente!,
ideológicamente diferente, que yo no comparto. Y, para mí, ese es el estado en
el que salimos, habida cuenta de las escasas alternativas que desde el ámbito
de la izquierda socialdemócrata, en crisis también para variar, se ha
ofrecido al mismo para la defensa de un estado del bienestar reformado,
corregido y sostenible.
Por tanto, aunque
pueda creerme el mantra de que la recuperación ha llegado para quedarse, porque
la crisis económica se termina, mi estado de ánimo no puede cambiar
mientras no se resuelvan también, y ciertamente mejor que la económica, lo más
profundo de esta crisis global a mi parecer, las crisis política, social e
institucional, que angustian el futuro. Mientras tanto, para no caer en
euforias artificiales ni en depresiones forzadas, motivadas por la aceptación del mantra o la
posible colisión con la realidad, porque pudiéramos no estar tan bien social,
política, institucional o económicamente, y repito que mi deseo es el
contrario, apelo, estemos o no de acuerdo con mi análisis, al sentido común y a la estabilidad mental,
que es fundamental siempre, aún estando todo arreglado y, sobre todo, si estuviera
todo o parte tan mal.
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