domingo, 3 de agosto de 2014

Plusvalía, Versus Redistribución. Por Diego Corriente

     
 Cádiz.- 2 de agosto de 2014. Hace unos meses una empresa vinculada con el sector de la salud, se movilizó para defender un espacio de gestión y responsabilidad, que otros creen le pertenecen con carácter exclusivo y de monopolio. Entre las distintas respuestas, es destacable la de la titular del ramo en el Gobierno Andaluz, que contesta a esta acción retando al empresario a que concurra a las elecciones, claro ejemplo de no conocer las reglas de juego de la “economía de mercado” y si me apuran del papel de la “sociedad civil” en una democracia moderna.
        Pero no estaba sola, un diputado autonómico más cercano a la primera Internacional que a los postulados del compromiso socialdemócrata,  con  lenguaje romo y pendenciero, vino a echarle en cara al citado empresario que ganaba mucho dinero. Este había olvidado que gracias a estas empresas, la comunidad autónoma de la que él es parlamentario, podía seguir percibiendo impuestos, tanto por el empleo y la actividad que mantiene, como por las plusvalías que genera, de esta y de otras iniciativas productivas, y que en este caso, se quedan en nuestra Región, en Andalucía, huyendo de  refugios fiscales tan acariciados y conocidos por muchos en nuestro país. Había olvidado también el diputado que estamos instalados en una crisis,  y que hay empresas que la han salvado, con acierto, eficacia y rigor. Acierto eficacia y rigor, que sería  necesario inyectarles a algunos dirigentes  que, no sólo desconocen los motivos de la crisis, y no tienen una sola idea para sortearla. Pero afortunadamente, los proyectos de este empresario si eran acogidos y defendidos por un colectivo de organizaciones y empresas, en concreto de la Comarca de la Janda, que sí conocen lo complejo y duro de los tiempos que vivimos, y de las dificultades que tienen las empresas para mantenerse en un mar de adversidades. Había olvidado también el diputado, que el Estado del Bienestar está en crisis desde los años setenta, y en consecuencia la socialdemocracia, y que no se está acertando en el diagnostico, ni en la terapia para recuperarlo, de ahí el declive de los resultados electorales de la ideología que lo defiende.

        Pero el mencionado dirigente olvida su identidad ideológica, ignoró o ignora, que la socialdemocracia históricamente es una consecuencia directa de un pacto bendecido por el “contractualismo” (doctrina filosófico-jurídica, que regula relaciones entre la sociedad y el Estado), que en el caso de esta ideología, debe propiciar la intermediación, entre los que detentan el capital y los que tiene la fuerza del trabajo, y que las plusvalías obtenidas (concepto desarrollado por el marxismo) deberían redistribuirse en la sociedad, entre los ciudadanos, y que estos pudieran elegir ( teoría de la elección racional) sobre los bienes y servicios de acuerdo a sus “preferencias reveladas” (concepto microeconómico sobre el consumo ), conjunto de relaciones y normas a la que se dedica la “Teoría de la elección pública” ( Publica choice theory), ayudada por el “individualismo metodológico” ( corriente social que estudia las relaciones individuales, para conocer el conjunto de la sociedad). Pero creo que esto es exigirle mucho a nuestros representantes, da igual el color político que tengan, pues aunque se le llenan la boca con la palabra “democracia”, posiblemente no sepan distinguir las exigencias y diferencias mínimas entre estas, de acuerdo con las tesis de Huntington, Dahl, o Lepsit, ( o sobre los conceptos de “democracia electoral” o “democracia liberal”) y lo que es peor y más preocupante, ignoren que “una persona es libre cuando sabe quién es,  y puede elegir en consecuencia”, y que desde luego es necesario que alguien obtenga plusvalía, si queremos que después exista  redistribución, y ciudadanos con plenos derechos en democracias, sin sectarismos.

1 comentario:

  1. El nivel intelectual de los "representantes del pueblo" es tan pésimo que intentan hacerlo extensivo a toda la ciudadanía integrándola en el estado de estupidez general del que hacen gala. Si el éxito de una empresa es motivo de crítica y rechazo, el futuro que nos espera a los andaluces gobernados por estos ignorantes prepotentes está avocado al desatre y la pobreza que ya se adivina. La esperanza está cada vez mes lejana.

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